Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


viernes, 27 de enero de 2012

La Botella está vacía

A la señora Ana Botella habría que envasarla al vacío para preservar su cerebro de cualquier contaminación que pueda volverlo más simple y ruin. Porque lo que la paya nos ha propuesto no lo hace ni el peor de los gitanos. Entiendo que el caramelo envenenado que ha supuesto acceder a la alcaldía de Madrid no es exactamente para paladearlo con parsimonia, pero de ahí a proponer a los madrileños que empeñen su tiempo libre y se ofrezcan como voluntarios para surtir de mano de obra gratuita a bibliotecas, polideportivos, centros de día municipales…, eso es cachondearse de la gente llamándola estúpida en sus narices.
Es que estamos en tiempos de crisis…”, correcto. “Es que no hay dinero…”, correcto. Eso, señora mía, nadie se lo va a negar, pero si tiene su casa llena de pelusas y se ha gastado el dinero (usted, su marido o el anterior inquilino), no le pida a la vecina que, voluntariamente, vaya con la escoba y le eche una barridita por la cara, por su caradura. Gestione, que para eso se sienta en la silla consistorial. Gestione, recorte, invierta, piense (pero hágalo en serio), invente juegos malabares con las tres perras que le quedan, pero no nos obligue a comulgar con ruedas de molino, ruedas que han fabricado los políticos que son manirrotos y desprecian lo público porque sólo piensan en lo privado.
¿Nos ha tomado por idiotas?
Ahora le toca recular, señora, no sea boba, porque se arriesga a que la próxima vez que suelte otra idiotez como esa, un ciudadano de a pie con la sangre coagulada de tanto estar en casa sin poder trabajar, pierda los nervios y le deje la cara como se la maquillaron en su día a Berlusconi con un souvenir del Duomo de Milán.

No tire más de la cuerda y, sobre todo, no nos tome por retrasados mentales, que encima de cornudos no queremos que nadie nos apalee, que somos putas y en estos tiempos ya ponemos hasta la cama y el preservativo, pero si vamos a ser voluntarios, lo haremos con quien nos dé la gana, y no para sacar las castañas del fuego a quien en su día no importó empeñar el dinero y el futuro de los que PAGAMOS IMPUESTOS por un servicio que tiene que crear puestos de TRABAJO.
¡A la mierda, señora, a la mierda!

martes, 24 de enero de 2012

Cerbatanero ignorante

Supongo que a todo el mundo le toca las narices esa figura típica del clarividente ostentoso, esa persona que se cree tocado por una mano divina (sea creyente o no), presume de estar por encima del bien y del mal y, además, hace alarde de ello con prepotencia y desprecio. Si no se me entiende, si el lector no es capaz de conceptualizar o visualizar lo que les estoy diciendo, piensen ustedes en Hugo Chávez y disiparán sus dudas.
Si el famoso y televisado en directo “¿Por qué no te callas?” le hizo bajar unos escaloncitos hacia la tierra, el tipo está empeñado en volver por sus fueros para quedarse eternamente entre las páginas de la Historia ya sea en forma de estatua, de calle, de plaza, de nombre de aeropuerto o de supermercado. Porque lo que no puede negar es que su misión política y social ha fracasado, y algo tiene que hacer para perdurar en la memoria colectiva venezolana. ¿Y qué mejor propuesta que la de caer como un mártir menospreciando la propia vida?
No quiero aventurar lo que no sé, ni banalizar una vida, una enfermedad, una muerte o una supervivencia, ni mucho menos presuponer lo que puede maquinar una mente humana cuando el cáncer llama a la puerta del cuerpo que lo sostiene igual que hace el paje de la dama de la guadaña, pero la noticia que ha publicado hoy la prensa me da qué pensar, y como los refranes son sabios y dictan que “piensa mal y acertarás”, me he puesto a darle una vuelta al asunto.
Y es que la renuncia de Chávez a concluir sus ciclos de quimioterapia para controlar su cáncer de próstata me parece digno de alguien que, o bien tiene poco apego a la vida, o bien tira la toalla fácilmente. Y creo que Hugo Chávez no tiene pinta de pertenecer a ninguno de los dos grupos.  Así que se me ocurren otras dos hipótesis, quizá tres: la primera es que todo es propaganda gubernamental, que el cáncer está curado (más o menso) y el Estado ha lanzado esta noticia para presentarlo como un superhombre y hacerle crecer como líder comprometido con el pueblo y desprendido de su propia vida. La segunda es que, en verdad, la enfermedad le come terreno -con o sin ciclo de quimio- y el tipo ha decidido publicitar su agonía en pro de conseguir que su nombre perdure a toca costa. Y existe, como decía, una tercera posibilidad, esa que me dicta la mala leche y que dice que hay cierto tipo de cerbataneros que se creen por encima del bien y del mal, y que su ignorancia les obliga a hacer y decir rosarios enteros de sinsentidos y gilipolleces.
Ahora, querido lector, escoja usted la opción que, de las tres que le he ofrecido, se ajuste más a su criterio. Por supuesto puede haber una cuarta, pero a mí no se me ocurre. En cualquier caso, haga como yo y no se alegre de las desgracias ajenas, que cualquier día éstas pueden llamar a su puerta. Así que, por lo que a mí respecta, ¡salud para Hugo Chávez!, aunque sólo pueda desearle eso.

lunes, 16 de enero de 2012

Los garbanzos de Manuel Fraga

Hace poco tiempo, en la presentación en Madrid de mi segunda novela “La Torre del Gallo", comencé hablando de lo mucho que puede cambiar el mundo en tan sólo una semana. En aquellos últimos 7 días de noviembre ETA había asegurado que iba a dejar de matar (y espero que cumpla su palabra), la guerra de Libia había terminado (y con ella, Gadafi), y nos habían dejado personajes públicos como Simonccelli y el maestro Antoñete.
Pues bien, ésta se presenta también como una semana en la que se acumulan acontecimientos importantes, porque a las medidas del gobierno Rajoy se han unido el naufragio de un crucero y la muerte del insigne y particular Manuel Fraga. Y es que hay veces que, como te despistes tres minutos del mundo, luego te cuesta ponerte al día.
Manuel Fraga y Santiago Carrilo hace poco en el Congreso.
Ambos muy distintos pero siempre muy correctos.
Desde este blog me gustaría rendir homenaje a Fraga, que quizá no fuera santo de mi devoción en cuanto a las formas, pero sí desde luego en parte de su fondo, un tipo que desde luego  siempre trabajó en pro de su país y de su comunidad… y también de Galicia (distingamos los términos), un estadista frustrado porque no llegó a presidente del gobierno y que siempre arrastró ese maldito estigma de haber comenzado su carrera al lado de Franco, pero que hizo muchas más cosas por España de lo que se conoce y se aprecia. Quizá ese carácter autoritario no fuera el más conveniente para mucha gente, que veía en él (injustamente) una reminiscencia de la dictadura, pero una persona que arrasa en las elecciones autonómicas no sé cuántas veces seguidas con mayoría absoluta no puede estar haciéndolo mal del todo, y mucho menos si le tachan de facha y lleva a cabo su labor en plena democracia. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Todo el mundo se hace eco de aquella histórica frase “La calle es mía” que dijo en una conversación telefónica con Ramón Tamames nada más morir Franco, pero como un servidor pasa de dictaduras, a mí me va mucho más otra que soltó en el Congreso cuando era líder de Alianza Popular y se quejaba del “precio de los garbanzos”, así, como suena, y que luego inmortalizó el grupo musical La Trinca en una canción dedicada a él. Mucho más cercano, sin tintes políticos  y más apetitoso.
Siento su muerte porque era un tipo que ponía un poco de coherencia y elegancia a eso de ser político, un tipo noble y limpio, que no escondía nada porque no tenía nada que esconder ¡qué carallo!, y esas son formas de hacer las cosas y de relacionarse con los demás que se han perdido en su mayoría. Y él las resucitaba. Descanse en paz, don Manuel, y que su recuerdo y sus enseñanzas permanezcan en nuestra memoria, aunque muchas veces las dictaba de forma tan atropellada que no se le entendía.