Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


lunes, 16 de noviembre de 2015

Siempre hacia delante


Llevo cuatro meses de silencio en este blog, y os puedo asegurar que no ha sido por gusto, ni por falta de ganas para contar lo que se me pinta. Pero hay ocasiones en las que la vida se empeña en colocarte en una situación difícil para ver cómo respondes, para comprobar si eres tan listo como alardeas o tienes la cabeza tan bien amueblada como presumes. Y llegado ese punto en que las circunstancias te agarran por la parte media del cuerpo, tú te preguntas: ¿por qué a mí?, ¿por qué ahora? Nunca es el momento oportuno pero eso a la vida le trae sin cuidado. Es entonces cuando pones a prueba tus cinco sentidos, seis si contamos el sentido común, el fundamental. Te sientes objeto de estudio como si un dios macabro y sádico hiciera un experimento contigo, como esos test de stress que hacen a los bancos o a las aseguradoras para ver si están preparados para cuando llegan las épocas de vacas flacas, o muy flacas, o peor aún, cuando ni siquiera quedan vacas. Por eso, la primera lección que he aprendido después de ser vapuleado cruelmente por el destino es que no hace falta hacer grandes planes ni estar preparado para lo que piensas que vendrá en un futuro, porque la vida hace con nosotros lo que le da la gana y, desde luego, lo hace sin previo aviso y es inútil pedir explicaciones.
De ahí que durante estos más de 120 días haya guardado silencio en este blog. Mi cabeza estaba ocupada en otras cosas y, aunque tenía ganas de soltar algunos improperios acerca de las elecciones catalanas, la crisis de los refugiados, el movimiento independentista, la precampaña electoral para el 20-D o la masacre en París del viernes pasado, no disponía de ánimo ni de concentración suficiente como para plasmar con cierta mesura y objetividad mis opiniones (contando que toda opinión es ya de por sí subjetiva, pero para eso es mía y sólo mía).
Otra cosa que me ha enseñado estar buceando en este paréntesis ha sido que no hay tempestad que dure eternamente y que, con un poco de serenidad, todos nos convertimos en corcho para que ni la más terrible de las tormentas pueda hundirnos. Siempre terminamos a flote. Sólo hay que convencerse de que podemos mutar nuestra fisonomía y convertirnos en corteza de alcornoque. Y así, aunque una ola nos sumerja con fiereza y violencia, terminaremos por salir a la superficie y, con un poco de suerte, con la apariencia de no habernos mojado.

Los buenos amigos siempre son un buen paraguas cuando llueve. Además sabrás distinguir a los buenos amigos porque sus varillas no se doblan jamás con el viento y no dejarán que te mojes.

Y también he aprendido que la raza humana no ha evolucionado prácticamente nada desde hace varios miles de años, y que la mayoría de los verdaderos sabios se extinguieron hace mucho tiempo. Aquellos contemporáneos a los que así consideramos a día de hoy no hacen otra cosa que repetir lo que ya se dijo decenas de siglos atrás, como esa frase de Julio César que me ha enseñado a tener mesura y no adelantar acontecimientos, principalmente porque, como decía antes, la vida hace lo que se le pinta contigo. Así que, como decía el romano, he aplicado en mi vida aquello que afirmó con rotundidad: “cuando lleguemos a ese río, me ocuparé de ese puente”, y lo he hecho a rajatabla, y con cierta frecuencia, y casi siempre en contra de lo que me pedía el cuerpo, pero los resultados no han podido ser mejores.
Resumiendo, y aquí el colofón a este primer artículo después de una larga pausa en el blog: por mucho que truene, la lluvia te hace crecer si sabes canalizarla; y si ves que aún puede contigo, pues llenas unos vasos y procedes a bebértela. ¿O es que vas a permitir que te venza? Como dicta el siguiente aforismo atribuido a los maestros Les Luthiers: no te tomes la vida demasiado en serio porque no vas a salir vivo de ella.
Dedicado a todos aquellos que alguna vez las han pasado putas de verdad: hay salida.