Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


sábado, 26 de noviembre de 2016

Fidel, Rita y Pablo.



Chimpún! Se acabó. Más de medio siglo de Historia que se cierra curiosamente un Black Friday. Quizá porque a Fidel Castro siempre le gustó hacer cosas a lo grande y dejar ese rastro de duda para el futuro, como que coincidiera su muerte con la salida del yate Granma hace 60 años desde Méjico para liarla parda en la isla. Franco hizo algo parecido doblando la servilleta el mismo día que José Antonio. Como ve el lector, lo tenemos para todos los gustos.

Los que me conocen saben que tengo fuertes vínculos con Cuba desde hace más de diez años que la visité por primera vez. Llegué a La Habana como turista invitado a una boda y salí siete días más tarde sintiéndome como uno más de allá. De hecho, he vuelto a visitar el país en tres ocasiones más, con familia, con amigos y solo. También tengo buenos, buenísimos amigos en Cuba. Algunos continúan allí. Otros salieron a buscar fortuna (o lo que sea) fuera de sus fronteras. Y de los que quedan por La Habana, los tengo de todos los colores, como la vida misma. Los hay que añoran tiempos pasados, conocen el presente con su cosas buenas y sus cosas malas, y están esperanzados en un futuro mejor. También los conozco en contra de la Revolución y acérrimos defensores de la misma. Pero lo que más me ha llamado la atención en todo este tiempo ha sido la evolución que he notado en primera persona de diez años a esta parte.

El castillo de "El Morro" en La Habana (2012). Cuba se enfrenta quizá a un definitivo atardeder como el de la fotografía para afrontar un nuevo amanecer.
 Cuando pisé La Habana en junio de 2006 la gente no hablaba de política, y si lo hacía siempre se guardaba de hacerlo en voz baja y con cierto reparo (si no miedo). En mi última visita, allá en 2014, la gente ladraba por las calles de la Habana Vieja casi sin reparos, sobre todo los más jóvenes. Y son justamente estos, los que están entre los 18 y los 30 años, aquellos que no entiendes de revolución, de consignas o murales en las calles. Eso son cosas de sus padres y abuelos. A ellos les da lo mismo Fidel que Raúl o quien sea que venga detrás. No entienden de capitalismo o comunismo. Ni siquiera de democracia. Ellos únicamente quieren beber Coca Cola, viajar, tener un smartphone, conectarse a Internet, alojarse en hoteles cubanos o donde les plazca, comprar y vender, salir y entrar, vivir y morir en paz. El marco casi ya que les trae sin cuidado.

En fin, que Fidel era un líder es innegable (pocos cubanos he conocido que le atacaran sin mesura). Que se avecinan tiempos nuevos, es una obviedad. Que Cuba tira más hacia el modelo de la China actual que hacia el ruso, innegable. Que esto no ha terminado, una verdad como un templo. Que tampoco nada será igual, un axioma.

Lo siento por Fidel y me alegro por Cuba. Y espero la reacción de nuestros paisanos de Podemos. Deberían también ausentarse de decir cualquier cosa para ser consecuentes. Si no lo hicieron con Rita Barberá, tampoco deberían hacerlo con un tipo que sacó a su país de la esclavitud pero se llevó por delante la vida de todos aquellos que discrepaban de sus ideas. Al fin y al cabo, Rita pudo ser acusada con razón o sin ella de muchas cosas, pero nunca de dictadora o asesina.

Por un futuro distinto y mejor en Cuba.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Digan lo que Dylan

Ayer leí que al señorito no le apetece viajar a Estocolmo para recoger el premio que le han dado. Y no se lo echo en cara porque cada uno es muy dueño de hacer con su vida, su dignidad y su vergüenza lo que le dé la gana. Si el señor Dylan tiene otros compromisos, cualesquiera que sean o dejen de ser estos, está en su derecho de no acudir a la ceremonia. En cualquier caso, lo encuentro de mal gusto y de un profundo desagradecimiento. Aquí no vale ser un pasota, un rebelde, un inadaptado, un tío con personalidad y carácter. Bob tendría que ser consciente de que hacer ese feo a una institución como la Academia no es de caballeros, ni siquiera de hombres. Yo le aconsejaría que sopesara con detenimiento cómo le sentaría si él le regalara a alguien a quien admira una canción de las suyas, compuesta con amor y cariño, y el destinatario le dijera que se la metiera directamente por el culo. ¿Le sentaría bien al travieso de Dylan? Lo dudo. Quizá nunca le ocurra porque no admire a nadie tanto como para componerle una canción.

Bob Dylan debería presentarse en Estocolmo aunque fuera en vaqueros, camiseta con marca de whisky y gafas de sol

La verdad es que me voy al terreno de las conjeturas porque no conozco al señor Dylan, ni personalmente, ni sus letras ni su música, excepción hecha de aquellas piezas que han pasado ya a ser parte de la historia de la humanidad, o su paso por el súper grupo The Traveling Wilburys junto a músicos de la talla de George Harrison, Jeff Lynne, Tom Petty y Roy Orbison. Pero me da a mí que, como otros premiados con el Nobel que lo despreciaron (me viene a la memoria ahora mismo Jean Paul Sartre), algo de soberbia tiene que haber entre medias, un toque de locura y de insensatez. Porque de bien nacidos es ser agradecidos, y rechazar un premio de tal categoría, por muy mediatizado y manipulado que digan que pueda estar, siempre es algo bueno: reconoce un trabajo bien hecho y además abre las puertas de la inmortalidad. Otra cosa es que la concesión de dichos premios esté podrida, corrupta y teledirigida. Quizá la concesión de los Nobel no sea una decisión tan pura como se pretende, pero tampoco creo que se lleguen a extremos oscuros. No creo que sea el caso.

Así que, con respecto a don Bob Dylan, yo entiendo el icono que  su trayectoria y su figura representan, la currada que lleva a sus espaldas desde hace más de medio siglo, seguramente sus manías de divo, o de pasota, o de rebelde, o de anarcosindicalista, de poeta épico y podrido, en definitiva, de lo que quiera, pero debería presentarse en Estocolmo aunque fuera en vaqueros, camiseta con marca de whisky y gafas de sol. Para mí ése sería el verdadero puntazo, aceptar el premio rompiendo con las reglas y pasando del digan lo que Dylan.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Ojos que no ven


Se acerca el final de 2016 a toda prisa y en todo este año tan solo he escrito dos artículos (con éste tres). Podría excusarme tomando como lema el título de este blog. Ya en su primera aportación advertía que escribiría cuándo y sobre lo que se me pintara. Pero no voy a ocultarme detrás de tan vaga razón. La cuestión es que este año no he estado motivado para escribir, y eso fundamentalmente se ha debido a varias razones:
La primera es estrictamente personal y, como tal, si me da la gana la cuento y si no, pues no. Y va a ser que no. Tan solo diré que ha habido años mejores, y sobre todo espero que no los haya peores.
La segunda razón es que tampoco ha ocurrido nada que me incitara a escribir, a verter mi opinión por aquí. En lo personal hago lo que me da la gana y si quiero lo escribo o lo omito. Con respecto a la política de este país, ya sabemos que da asco. Y para repetirlo por enésima vez me he ahorrado el esfuerzo. De lo que cada vez estoy más convencido es que estamos a años luz de la Europa más avanzada. Somos torpes, egoístas, incultos, incívicos, idiotas e imbéciles. Ahora comprendo a aquellos que, en el siglo XIX, eran llamados despectivamente “afrancesados”. Yo casi estoy por considerarme apátrida porque, visto que ha ocurrido hace poco en Gran Bretaña y ayer en Estados Unidos, me da por pensar que ya no solo es España, sino el planeta entero el que se está yendo definitivamente al carajo.
Una tercera razón ha sido la pereza, muy humana, muy española, y muy mía.
Y una cuarta es que, cuando me enfrasco en la escritura de una nueva novela, me olvido un poco de este pobre, humilde y desatendido blog.

A veces no apetece trabajar. A veces no te dejan. A veces no quieres. A veces no puedes. 
Por eso, aunque en diciembre publico una novela, aunque me queden (calculo) dos meses aún de escritura de la nueva, y aunque la corrección me llevará otra media docena de meses si no un año entero, me comprometo a volver a plasmar aquí mi opinión, mi parecer, mis puntos de vista, mis ilusiones y mis cabreos, y no solo por mantener el blog activo, sino porque es sano para reducir adrenalina y comunicarse con el resto del planeta, aunque sea de forma indirecta. Uno se vuelve cada vez menos social y eso le hace tener más verborrea, y lo mejor es soltarla por escrito, que nadie te va a interrumpir. Como poco te dejan de leer, y ojos que no ven viento que te la sopla.