Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


lunes, 22 de mayo de 2017

Si no juego yo, no juega ni Dios

España es como el hijo díscolo, o hiperactivo, o cabezón, o peor aún, ese que no se queda tranquilo si no fastidia al resto de hermanos. Pero sobre todo, España (de Barcelona a Vigo, y de Bilbao a Cádiz, pasando por Madrid) es un país de egoístas. Tanto hablar de nuestra solidaridad y es falsa, muy falsa, solo de cara a la galería, al exterior. A los de dentro, a los compatriotas, ni agua.
Hoy me apetece cargar contra el PSOE, partido que ha demostrado no estar unido y caminar ya definitivamente hacia otra parte que no sigue la historia y la dignidad del PSOE de siempre. Y en concreto, hoy apetece mucho emprenderla contra el cretino de Pedro Sánchez, un desaprensivo de la misma calaña o peor que Pablo Iglesias y parte de su comparsa, gente que, digan lo que digan, no ha pensado, ni piensa ni pensará en el bien común (lo dicho, egoísta y poco solidario). Es gente de ideas extremas que únicamente aspiran a hacer lo que se les pasa por el forro de sus santos cojones para mayor gloria de ellos mismos. El resto les trae sin cuidado.
Pedro Sánchez, al igual que Podemos, entiende poco, muy poco de democracia. Son personas que si obtienen mayoría aplican el rodillo sin atender a lo que les diga su santa madre, y si pierden tratan de buscar solución a su propio fracaso sea como sea, a ser posible de forma rastrera. Pero cada uno en su casa puede hacer lo que le dé la gana que yo con eso no me meto. Lo que me enerva es que ahora apliquen eso de “si no juego yo, no juega ni Dios”.

Pedro Sánchez no hará oposición. Tratará de tirar abajo la lesgislatura. Su fin no es hacer ganar al PSOE, es echar al PP. Cada vez la gente entiende menos qué es la democracia. Creen que solo se trata de meter una papeleta en una urna.
Esa es la máxima de este político zafio e ignorante, con nulo sentido de Estado. Pedro Sánchez no sabe esperar turno. Es de los que se cuela en la fila de la carnicería porque lo suyo siempre es más importante y urgente, de los que siempre es “a la de tres” si no gana a las primeras de cambio. Es de los que te para un partido de fútbol porque va perdiendo y quieren empezar de nuevo. Y eso es lo que va a hacer a partir de ahora, romper el normal transcurso de la legislatura para provocar ruptura y nuevas elecciones, elecciones que volverá a perder y dejará otra vez al país paralizado. Pero si no juego yo no juega ni Dios.
Que haya ganado un tipo como pedro Sánchez dice bastante de los votantes del PSOE y, por extensión, de lo que hemos creado y estamos creando en este país: una cultura de la falta de respeto, de la ignorancia, de pensar solo en lo mío, de no ver más allá de nuestras narices, del “yo creía” y “yo pensaba” cuando nos ponen colorados por hacer las cosas mal…
La máxima de Pedro Sánchez es echar al PP del poder. Solo eso. No hay más. ¿Por qué? Porque son del PP. Es un discurso sectario que demuestra poca inteligencia porque utiliza los mismos criterios reduccionistas de dictadores, de racistas, clasistas…, esos que decían cosas como “hay que matar a los negros porque son negros”. No digo que el bobo piense así. Sólo que es igual de reduccionista, vaya, “que esto es así porque sí”. Y el peligro no queda ahí, que ya sabemos que, de toda la vida, la izquierda de este país se ha llevado a tortas. Así que, por favor, que nadie piense que la colaboración PSOE /PODEMOS para echar al PP porque es el PP, de producirse, nos vaya a llevar a buen puerto, porque a las primeras de cambios salen a bofetadas.

En fin, que cuando justo comenzaba el país a levantar un poquito la cabeza volvemos a tropezar, y otra vez sobre la misma piedra. No aprenderemos en la puta vida. Ojalá me equivoque, pero ya les digo yo que no.

jueves, 4 de mayo de 2017

Pobres ignorantes

     Los humanos somos así, inevitablemente así, animales con una cierta capacidad de raciocinio, la justa para elegir la comida y, en los casos más aislados y extremos, poder leer, escuchar, aprender, comprender, incluso decidir.
A medida que un ser humano crece se incrementa su poder de manipulación sobre el resto de sus congéneres más jóvenes. Es simple cuestión de experiencia. Una madre puede fácilmente conducir a su hijo, pero a medida que éste vaya creciendo lo tendrá más difícil. Todos de pequeños hemos creído en hadas, ratones coleccionistas de dientes, reyes magos, gordos vestidos de rojo… ¿Qué pensaríamos de alguien adulto que creyera a los 30 años aún esas cosas? Es la ignorancia del pequeño lo que le expone a los designios de su madre y que, en la inmensa mayoría de los casos, siempre querrá su bien.
En política ocurre más o menos lo mismo, con una diferencia sustancial: cuanto más ignorantes seamos más facilidad tendrán aquellos que quieran tomarnos el pelo descaradamente sin que nos demos cuenta, prometiéndonos regalos de Papá Noel y vidas como la del Ratón Pérez o las hadas en el nuevo país de Nunca Jamás. Y nosotros, pobres ignorantes, nos lo creeremos.
Para iniciar este tipo de manipulación es necesario comenzar por atacar las raíces para que la planta de la sabiduría no crezca, es decir, por la educación. Y en España sabemos mucho de esto, de reformar, tronchar, segar y remodelar leyes de educación que obedecen en el 100% de los casos a ideales trasnochados (los del PP y del PSOE) y no dejan cabida a sistemas más prácticos, eficientes y sin ligaduras políticas. Repito, que lo mismo no ha quedado claro: sin ligaduras políticas. Obedecer a criterios de hace un siglo o fanatismos políticos nos convierte en seres poco formados, ignorantes, sin capacidad de contraste, sin posibilidad de crítica fundamentada, sin poder de decisión, es decir, manipulables, muy manipulables.

Vamos a ciegas confiados en que tenemos lo mejor, pero únicamente vamos a obtener lo que nos merecemos. Así que después no se admitirán quejas.
 Cuanto más intelectualmente pobre es un país más fácil es llevárselo al huerto hasta que comprende que es demasiado tarde. Luego viene el llanto y crujir de dientes, los golpes de pecho, rasgado de vestiduras, las revueltas callejeras… Ejemplos en el pasado nos sobran y en el presente también. El problema de este país es que podemos volver a caer en errores ya cometido. De hecho, ya estamos cayendo cuando hay ciertos programas de televisión, denigrantes para el ser humano, que se llevan 3 millones de telespectadores, o partidos políticos salvadores, oportunistas y cuyos fundamentos son ocurrencias que toman sobre la marcha pero que, lo admito, cuajan en la población porque quienes cocinan la estrategia son tipos que sí se han formado, sí se han educado, y son maestros en la manipulación de ignorantes, y aquí en España eso es un campo abonado, es decir, que volvemos a lo mismo, al manipulador cultivado sobre el pobrecito que no pudo hacerlo porque le teledirigieron.
Una Ley de Educación consensuada por todos los partidos políticos con representación parlamentaria (sí, todos) es fundamental, necesaria y urgente, aunque quizá ya sea demasiado tarde porque, lo que sembremos este 2017 no verá sus frutos hasta dentro de 10 años, y durante ese tiempo nos ha podido terminar de comer la oreja cualquier zorro cantamañanas, vamos, que nos la lía parda.
Es una pena que ya no confíe en este país ni en sus gentes. Así que me voy preparando para la que se avecina si no andamos listos (y no lo vamos a estar). Así que, al tiempo que me preparo psicológicamente, igual también preparo el macuto y la mudanza.