Los gaditanos
siempre me han caído bien. Mejor que bien. Pisé por primera vez sus tierras
allá por 1990, vestido con camiseta, bermudas y chanclas. Seis meses más tarde
lo hice vestido de marinero de la Armada para cumplir con deberes militares
inexcusables en esos tiempos. Después de una década regresé, esa vez a currar,
y como no iba de farra o a quedar confinado en un cuartel, me encontré con la
realidad pura, con una provincia paupérrima, una ciudad hermosa, y unas gentes
que, incluso trabajando, no les faltaba la alegría y el buen humor. Si ya lo
pasaba bien por el día, las tardes-noches fueron para haberlas filmado. Nunca
olvidaré una cena larga (y tan larga, que se nos fue un poco de las manos) con los
compañeros de la delegación, desde el más alto al menos, porque allí, altos lo
son todos (de miras, de humor, de grandeza de espíritu, de humanidad, de
tragaderas para los problemas, las tragedias y los cubatas…)
Ayer volvieron
a demostrar que dan al resto del país sopa con hondas. En Madrid, por ejemplo,
nos hemos cepillado a una alcaldesa que ha practicado el sentido común por
encima de todo, que ha trabajado en beneficio de todos (no únicamente de los
suyos), que no ha creado polémica por el simple hecho de prender una cortina de
humo. Tampoco es que comulgue excesivamente con las ideas de la excelentísima
señora Carmena, pero me caía bien. Se pueden hacer las cosas mejor, pero peor
es dedicarse a negar la mayor, a deshacer lo hecho, a que las únicas ideas que
se tienen son las de destruir lo que no te gusta en lugar de mejorarlo para que
guste a todo el mundo. Ayer Madrid sacó el sable de pelar demonios y, yo creo
que de forma premeditada y poco reflexiva, la han pasado a cuchillo.
Cádiz: pequeña, coqueta y la más lista de clase. Como hicieron con las bombas de los franceses, allí no se andan con paños calientes. |
Pero en Cádiz
no son así. Allí, tienen tan poco (material, quiero decir), que lo único que no
les falta son huevos y coherencia. Si Kichi lo ha hecho bien, se pinte del
color que se pinte, mire a un lado o a otro, repudie a quien repudie (con toda
la lógica del mundo), la gente le ha vuelto a votar. Y lo ha hecho masivamente,
demostrando que allí son personas inteligentes, prácticas, que las ideas políticas
les traen un poco sin cuidado, que lo que les importa son personas que les
saquen las castañas del fuego a base de curro, coherencia y buenas ideas, vayan
al Ayuntamiento en bicicleta o montados en burro.
Esto no es
nuevo, que Julio Anguita ya lo dejó patente hace décadas en Córdoba. En el Sur
se dejan de gilipolleces políticas y priman la practicidad por encima de todo.
Les da igual el color que manda mientras las cosas se hagan bien y para la
mayoría de los ciudadanos, no solo para los que se visten del mismo color.
En definitiva,
que deberíamos aprender todos un poquito de Cádiz y los gaditanos, no solo para
cocinar caballa a la plancha, beber cerveza
y tumbarse al sol, que tiene mucho más en la mollera de lo que alardeamos los tontos
del norte.
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