Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


jueves, 24 de octubre de 2019

Sobre Franco: ¿a que esto no lo sabías?


El 20 de noviembre de 1975 muere Franco y con él todo un periodo que ya duraba casi 40 años. No voy a entrar en aquellos tiempos de la Segunda República o la Guerra Civil porque me pillan tan a desmano que sería lo mismo que si le metiera mano al reinado de Fernando VII, dicho sea de paso, una temporadita que, comparada con la de Franco, no tiene desperdicio.
Voy a centrarme en lo que viví sin apenas tener opinión ni juicio porque acababa de cumplir 10 añitos. Hoy, con una educación y unos estudios entre medias, y la perspectiva que da el tiempo, creo que los seres humanos tenemos memoria para lo que nos da la gana y, sobre todo, sea por esa memoria selectiva y oportunista, o porque pocas veces pensamos en las consecuencias de nuestras acciones o sentencias, o porque somos incapaces de pensar con un poco de amplitud de miras, tendemos a ser simplistas, cortoplacisas, egoístas y aprovechones.
Personalmente me importa un soberano carajo donde esté enterrado el dictador (porque de eso no hay duda: este tipo era un dictador). Total, dentro de cien años apenas nadie sabrá quién era o qué hizo. Sí, no seamos alarmistas. Pregunten ustedes a cualquier joven que camina por la calle, sea universitario o no haya terminado la enseñanza obligatoria, quién era Azaña, o Pi y Margall, o Primo de Rivera (el falangista o el dictador). O quién era Carlos María Isidro, que éste, a falta de liar una guerra civil, montó varias… Apenas nadie le sabrá decir quiénes fueron y mucho menos qué hicieron. Por ello, no hay que ser muy avispado para saber que al dictador tampoco lo recordará nadie por mucho que esté enterrado en el Valle de los caídos o en un parque temático.
A mí, lo que me da pena de todo esto, de lo que le ocurre a este país desde hace unos años, es que hemos redactado una Ley de Memoria Histórica pero nos hemos olvidado totalmente de aquellos que hicieron posible que hoy tengamos un grado de libertad que, incluso, nos parece pequeño. Porque hace 39 años murió Franco, pero hace todavía menos tiempo, 38, 37, 36 años, hubo tipos tan dispares como Juan Carlos I, Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo, Manuel Fraga, Miquel Roca o Gregorio Peces-Barba por citar algunos, que olvidándose de guerras pasadas, dictaduras eternas, plomo, cunetas, cárceles, injusticias y falta de libertad, expolios, corrupciones y mil mierdas más, orientaron la proa al norte, echaron pelillos a la mar y se olvidaron de todo y todos con tal de darnos un futuro seguro, libre y mejor.

Esté enterrado aquí, en El Pardo o allí donde quieran hacerle caer, la Historia no se borra, aunque también es cierto que, tarde o temprano, se olvida. Y pasado el tiempo, el dictador tendrá un pequeño párrafo en los libros de texto que nadie terminará por estudiarse, como tantos otros que, seguramente, tendrían más méritos para hacerles mucho más caso.

Ellos, que sí tenían motivos para recordar y volverla a liar parda, justamente ellos, hicieron oídos sordos a sus gustos, opiniones e impulsos, y escribieron el punto y aparte más importante de los últimos años en la historia de este país, un punto que nos ha dado al resto la oportunidad de vivir en paz.
Los españoles somos así, dispuestos desde hace milenios a que las rencillas entre nosotros duren eternamente, a estropear lo que otros arreglaron, a sacar la mierda que se limpió y que incluso, los que más razones tenían para airearla, pensaron que era mejor olvidarla. La cuestión es retroceder en el tiempo y, una vez más, volvernos a plantar nuevamente en una España dividida, a cavar una zanja que cada día es más ancha y generar un ambiente tenso que no para de crecer, donde, además, los medios de comunicación toman partido, las redes sociales echan gasolina y a cada persona se le da una cerilla. Hoy leo y escucho únicamente opiniones de personas que, en su mayoría, o no habían nacido o apenas tenían uso de razón cuando Franco murió. Pero ahí están, dándole al fuelle para que el fuego siga vivo. Inconcebible.
Aquellos políticos de la transición, dispares en sus ideales, contrarios hasta el extremo en sus convicciones, hicieron de tripas corazón para que esto jamás volviera a suceder. Es una lástima que tengamos memoria para lo que no tiene interés alguno, en concreto, para lo que no nos conviene. Lo peor de todo es que, realmente, hay gente que nos obliga a tener memoria para lo que les interesa a ellos, sean del color que sean. Una pena. Y un peligro. Nadie lo ve. Y a mí me acojona.