Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


miércoles, 13 de junio de 2018

Al frente del gallinero


Falta de tiempo, que no de aganas. Siempre lo digo y la excusa se me queda muy sobada, pero es que no tengo otra explicación. Veinticuatro horas se me quedan cortas para todo, para lo que me gusta y lo que no. Y este año, esa intención, ese compromiso de escribir en el blog se va diluyendo como las intenciones de un político a medida que avanza su mandato, y yo no quiero parecerme a un político, ni por todo el oro del mundo ni todo el amor del planeta.
Hablando de políticos: ahí tenemos al repudiado y posteriormente aclamado Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno. ¡Tócate los webos! Si me hubiera pasado a mí, me temblarían las canillas porque no es lo mismo querer serlo que, de la noche a la mañana, encontrarte sentado en el retrete de la Moncloa. Pero a este tipo de personas no se les mueve un pelo. Han nacido para eso.
Creo que ya lo he dicho en alguna ocasión, que a mí, este hombre, no me gusta nada de nada. También es cierto que solo lo conozco por lo que sacan de él los telediarios, y a partir de ahí únicamente te puedes hacer una vaga idea. Y creo, sinceramente, que todo el mundo tiene derecho a un voto de confianza, sea del color que sea, del equipo de fútbol que anime, o de la religión que practique.
¿Quién no ha dicho alguna vez que, si llegara a ser “lo que sea”, haría tal y cual cosa…? En el trabajo o en la comunidad de vecinos, todos nos hemos querido subir a la poltrona para cambiar las cosas. Incluso, en un alarde de imaginación y soberbia, nos sentimos capacitados para ello. Y en ocasiones además lo estamos. Lo que nos ocurre es que sabemos que las circunstancias no nos van a permitir nunca llegar hasta ahí, arribita del todo. Pero imaginemos que un día, de repente, estamos encaramados donde ahora está nuestro jefe (p.e.), y por fin conseguimos que nos dejen afrontar las situaciones como creemos que hay que hacerlo.
Ese es el beneficio de la duda que le dejo a Pedro Sánchez, pero solo de momento. Ni en sus mejores sueños se vio sentado en la Moncloa, mucho menos tan rápido. Lo repito: este señor no me gusta, pero nada. Sin embargo, igual es de esas personas que, de repente, se destapa como un buen… (no sé si calificarlo de estadista, gestor, político…), me vale casi como un buen hombre (que ya es más que suficiente).

De carambola, tiene la oportunidad de demostar lo que dice que vale. No todo el mundo tiene esa suerte.
Tiene una legislatura de mierda que quizá no le dejen terminar, en clarísima minoría, sin margen de maniobra, pero está sentado en el sitio del que manda, y eso, aunque ya solo sea por la atención que los medios de comunicación te otorgan, es un gran escaparate para que pueda mostrar sus habilidades, para que no se baje de la burra de su conciencia, para que sea tan digno como proclama. De momento, dice la prensa que no se quería zampar a Máxim Huerta por estar manchado. Pues… o bien se lo ha pensado, o bien le han hecho pensar que no se podía tener un Ministro de Cultura con mácula en Hacienda.
En definitiva, que si va por el camino de “soy fiel a mis principios” con cabezonería, tenemos a otro Zapatero o a otro Rajoy haciendo el mono. Pero si va por el camino de “soy fiel a mi conciencia y responsabilidades”, y le suma sentido común, algo, solo algo, aunque sea poco, habremos ganado.
Le deseo suerte a Pedro Sánchez por el bien del país en su conjunto, igual que se la desearía a cualquier otro pollo que se pone al frente del gallinero. Lo importante en estos tiempos, en el siglo XXI y en España, es tener a alguien que nos haga la vida mejor con independencia del color que profese, algo que en Europa aprendieron después de la Segunda Guerra Mundial y que aquí todavía desconocemos (y creo que tardaremos otro siglo más en entenderlo).