Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


lunes, 18 de abril de 2011

Un mes sin escribir


Un mes sin escribir... sí, pero no porque no haya querido, o porque haya tenido excusas para no hacerlo, o pocas ideas que plasmar en este Blog. En cualquier caso, para eso lo titulé “Lo que se me pinta” y ya lo advertía en la primera entrada: lo haré cuando quiera… o cuando pueda, que éste ha sido el caso.

Y es que en este mes he sido víctima de las mieles actuales, de las futuras y de las pasadas. Porque en un mes me he quedado sin trabajo. También la editorial que tenía firmada la publicación de mi novela “El cooperante” para el año que viene ha cesado en su actividad comercial, ha rescindido mi contrato de edición y, al menos, me ha devuelto los derechos de autor.

Ahora, que todo parecía que me daba la espalda, hay una nueva editorial que se interesa por mi novela, y además el futuro me obsequia con un nuevo trabajo (en ambos casos, como no tengo la seguridad absoluta, cruzo los dedos y lo dejo en manos de Judas Tadeo). Al menos, mi novela “La Torre del Gallo” verá la luz próximamente. Esa sí es segura. Y se lo agradezco desde aquí a Editorial Ledoria, que se está portando fenomenalmente conmigo.

Este mes sin escribir, básicamente porque tenía la mente sin ganas de juntar letras y los cinco sentidos en entregar el original definitivo de “La Torre del Gallo”, ha dejado temas muy jugosos que, por haber dejado de estar de plena actualidad, quedarán de momento en el olvido. Pero bien que me hubiera gustado hincarle el diente a asuntos como las ganas de viajar en bussines que tienen los caraduras de los eurodiputados, o como la central nuclear japonesa, que se va a pique poco a poco (lo que hará que me coma con patatas una de mis entradas a este Blog), o la caída libre de nuestra economía… o tantos otros.

Pero hay uno que no quiero dejar pasar, un tema muy personal y que quiero compartir con todos. Y es que este mes turbulento y agresivo me ha dejado absoluta y definitiva constancia de que estoy muy bien rodeado de excelentes amigos. Y eso, señores, no se paga con dinero. Así que, gracias a Dios o al diablo, la verdad es que gracias a ellos (y quizá a mi desaprensión) no he dejado de dormir todo este tiempo como un niño pequeño. ¡Así da gusto!

Mil gracias.

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