Muchas veces
peco de envidia, pero no de la sana, sino de la otra, de la pica. Por ejemplo,
cuando paseo por la Feria del Libro de Madrid termino tintado de verde. Entonces
me esgrimo argumentos tan reales como poco convincentes. Me digo que estar
sentado en una silla durante dos horas es aburrido, que lo sé porque he estado
en otras ferias y sé de lo que hablo. Pero claro, en aquellas ocasiones apenas
vendí una docena de ejemplares y charlé un ratito con los lectores. Vamos, que
lo pasé bien. Entonces, mientras camino por el Paseo de Coches, me contraataco pasándome
la mano por el lomo y tratando de desengañarme,
asegurándome que pocos son los que están el par de horas íntegras dale
que te pego, que los hay que mendigan un lugar en una caseta con tal de estar
allí y publicitarlo a bombo y platillo en redes sociales aunque no firmen un
solo ejemplar. Lo dicho: envidia.
Nunca he firmado
en la Feria del Libro de Madrid. No me avergüenza decirlo. Ya sé que voy acumulando
algún que otro mérito, que, durante las dos semanas y pico que dura el evento,
hay escritores que tienen la suerte de sentarse en una caseta, otros muchos
que, sin serlo, ocupan una silla, y algunos maestros que se lo tienen más que
merecido. Ya, será lo que sea, pero ahí están, y eso, aparte de dar cierto
caché, es bonito. No sé si me pasa como a la zorra y las uvas, pero siempre me
he dicho que estaré allí cuando toque, cuando sea el momento, cuando alguien me
llame por quien soy y lo que he hecho.
Mi profesión y
mi pasión es escribir. Desde que me decidí a tomármelo muy en serio, hace ya 27
años, no he parado de trabajar, de esforzarme por contar historias cada vez
mejor, casi tres décadas de escuchar críticas y tomar en cuenta las que valen
la pena aunque escuezan, de echarle horas y horas para que el resultado sea
redondo, para que a la novela no se le vean las costuras. Es mucho tiempo
siendo fiel a mí mismo, a sucumbir bajo mis propios reproches y exigencias, a
aburrirme escuchándome decir “´tú lo sabes hacer mejor”. Cada día que pasa me
cuesta más. Y aunque no cejo en mi empeño, cada página que escribo siempre termina
con el mismo pensamiento: “¿Realmente
merece la pena? Total, si lo dejo, si claudico, nadie me lo va a reprochar”.
Es justamente entonces, en ese instante que empiezo a plantearme seriamente dejarlo
todo de lado, cuando aparece el hada madrina y me trae un regalito en forma de finalista
de un premio, de uno de los grandes si no el que más. ¡Toma, el Nadal! Y eso me
da combustible para unas cuantas páginas más.
¿Cuándo me tocará ir? Lo mismo, nunca. |
En mi caso, escribir
es un verdadero placer que disfruto sudando, preocupándome porque todo salga
bien, que no se me desmande la estructura, el ritmo, los personajes, el
narrador, el “estilo”, el vocabulario, los diálogos, las descripciones, la
trama, los giros, el principio, el final…, Menos mal que, a diferencia del
director de una película, aquí solo hay que coordinarse con uno mismo,
abroncarse a uno mismo, exigirse a uno mismo, ser el peor peón y el peor jefe
que pueda tener uno mismo. También es cierto que, si uno alcanza a vislumbrar la
cima como me ocurrió el pasado 6 de enero, es igualmente gracias a uno mismo.
Lo llevo en la
sangre y no puedo evitarlo, como le pasa al violador, al pederasta, al asesino,
al maníaco, al político vocacional… No hago nada en absoluto por evitarlo. Si
acaso algún día lo merezco, estaré en la feria del Libro de Madrid porque así
lo ha querido alguien (o muchos “alguienes”, es decir, los lectores). Y lo
disfrutaré aunque no firme un solo ejemplar. Si ahora no voy es porque nadie me
llama, y eso será porque aún no lo merezco por mucho que me lo siga currando encerrado
en mi buhardilla. Únicamente eso.
Si no nos vemos
antes, feliz verano a todos.
Estimado amigo. Eres grande pero mejor no te plantees nada solo disfruta. Te diré una frase de un amigo funcionario de cárceles, los reos reincinciden porque es lo que saben hacer mejor y lo que sea ya sonará. Un abraxo
ResponderEliminarGracias! Me gusta lo de reincidente. Sí, eso es lo que soy, un reincidente, o como diría una de mis tías, "el que tiene un vicio, si no lo hace en la puerta lo hace en el quicio". Abrz.
ResponderEliminar