No escribo una línea
en este blog desde las pasadas elecciones, parte por falta de tiempo, parte
porque los resultados y las actitudes me dejaron perplejo, y a medida que han
pasado los días mi perplejidad ha ido creciendo al mismo ritmo que mi indignación.
Sigo empeñado
en afirmar con fiereza que estamos a la cabeza del Tercer Mundo. Nos queda
muchísimo camino en alcanzar cotas de sensatez personal y madurez política, y
lo peor es que no sé si estamos en el buen camino. Ayer S.M. el Rey hizo lo que
tenía que hacer en el momento que tenía que hacerlo, es decir, desatascar una
situación que se preveía a todas luces inamovible. Lo mejor cuando el burro no
quiere andar es ponerle una zanahoria en la boca y atizarle un varazo en el
culo.
Sigo haciéndome
cruces por tener un expresidente que se queda parado como una liebre cuando le ha
deslumbrado el resultado de las elecciones, incapaz de reaccionar y de ser
proactivo. Coincido con muchos en que su pasividad se ha tornado en
irresponsabilidad. No quiero a un tipo que se autoexcusa para tranquilizar su conciencia,
ni a un partido que apoya sus decisiones. Antepone su tranquilidad y ego personal
al futuro del país. No hay sentido de Estado.
Tampoco me
gusta un aspirante a mesías que se cree en posesión de la verdad absoluta y
ofrece gobiernos prefabricados a su imagen y semejanza, cuyo objetivo ni se
acerca a lo que él mismo ha denominado progreso y justicia social. Exige sin
vergüenza ministerios que nada tienen que ver con ello y se inclina por las más
altas instancias de un Estado como lo son Asuntos Exteriores, Interior… en
lugar de hacerlo hacia aquellas que, según afirma, hay que reformar. Quienes sepan
un poco de Historia coincidirán conmigo en que estratagemas rastreras (y hay
que reconocer que muy inteligente) como la suya fueron las que utilizaron,
entre otros, Adolf Hitler o más recientemente Hugo Chávez, para alcanzar el
poder y hacer que un país se arrodillara ante ellos. No es buen camino y me preocupa
sobremanera que haya cinco millones de hijos de la LOGSE que no vean su plumero.
Sólo hubo que verle ayer cuando S.M. el Rey propuso a Sánchez para formar Gobierno.
Salió a la palestra hecho un basilisco, nervioso porque le van a robar el
protagonismo y su parcelita de poder, trampolín indispensable para subir, y
subir, subir… Lo dicho: igualito a lo que hizo el Cabo de Bohemia o el Cerbatanero
charlatán. Aunque este dinamitero sabe esconderlo, igual que el anterior, antepone
su ego personal al futuro del país, aunque sí tiene sentido de Estado, sí, de
SU Estado.
Hay otro que no
quiere salir movido en la foto porque es coherente con lo que prometió en su
campaña electoral y, si cambia de opinión, aparecerá borroso. Sabe que su
margen de maniobra es amplio pero no quiere dar bandazos. Junto con el del
plumero es el único que ha hablado en este mes largo de incertidumbre, pero lo
ha hecho con coherencia. Como cualquier político, no nos confundamos, éste
también tiene su ego personal, pero lo disimula mejor que el resto y, sobre
todo, de momento no ha dado marcha atrás en nada o se ha desmarcado con un “donde
dije digo, digo Diego”. Aún. Para mí, el que más conciencia de Estado tiene
aunque , con un país asilvestrado, las urnas le hayan salido rana.
Felipe VI parece invitar a Sánchez a que tome el toro por lo cuernos, pero éste parece decirle que él se encarga pero que no hay prisa, que a saber cómo sale de este lío tanto el país como él mismo. |
Y por fin le
llega el turno a Sánchez, que de ego personal sabe un webo porque es capaz de contradecir
los fundamentos de su propio partido con tal de salirse con la suya, y se pasa
por el forro de sus caprichos las apreciaciones del Consejo de Ancianos
liderados por Felipe González (creo que el mejor estadista que hemos tenido de
100 años a esta parte, y yo de socialista tengo poco tirando a nada), y de un
buen puñado de exministros del PSOE, UCD, PP, etc… Es cierto que los ataques de
testosterona como los de Sánchez no conducen nunca a nada bueno, pero no es
menos cierto que ha sido el único (de momento) en dar un paso al frente para
hacer algo, lo que sea, pero algo, y no quedarse parado como un pasmarote o
largar discursos populistas para encender a las masas. Que conste que a mí este
tipo no me gusta un pelo porque creo que no sabe dónde tiene la mano derecha
(mucho menos la izquierda), pero ha sido el catalizador de que la máquina se
ponga en marcha.
Y ahora… a
esperar de todos, sí, de TODOS, coherencia y sentido de Estado, lucidez y
cordura. ¡Joder, no pido nada…!
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