Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


martes, 13 de diciembre de 2011

In memoriam

Ayer me ocurrió una de esas casualidades de la vida que nunca hubieras preferido que se diera, por lo siniestro de la situación, por lo triste, por lo trágico. La crueldad toma toda su forma cuando, estando en la labor de escribir la escena de la muerte de un personaje, te llega un correo electrónico donde se te informa de una misma muerte, por una misma causa, pero con distinto protagonista. La ficción, como si fuera un maligno sortilegio, toma forma de realidad y te abofetea la cara, se ríe en tus narices y te quita un amigo de la infancia con el que has compartido de todo, incluso escenario cuando con veinte años te daba por subirte a un carro de labranza y tocar versiones de los ochenta en la Plaza Vieja de Sigüenza, frente a la casa del Doncel.
No es justo, ni mínimamente aceptable, que la insolente e inoportuna dama de la guadaña le pase factura a un chaval que apenas ha pasado la cuarentena, un tipo bonachón, siempre alegre, con buen sentido del humor, con arrestos para enfrentarse a un macabro destino paseando su sonrisa allá por donde iba. No es justo que se lleve a alguien que no ha hecho mal a nadie (muy al contrario) habiendo tanto hijo de puta por el mundo.
No, por favor, que nadie me diga que así es la vida, que esas cosas ocurren, que todos vamos a pasar por ahí… No tiene sentido vetar sus oportunidades a alguien que apenas ha comenzado a vivir. A mi edad, que tampoco es para tirar cohetes, ya he visto partir a mucha gente, unos más allegados que otros, o a mis padres, o algún compañero del colegio o de trabajo, a un simple conocido, algunos de forma injusta, otros de manera inesperada, pero lo de ayer fue un torpedo en la línea de flotación, una de esas heridas que van a dejar cicatriz para siempre o, peor aún, que no terminará de cerrarse nunca. Porque, ¿cómo no voy a acordarme de él cuando pasee por la calles de Sigüenza, cuando hablemos de los Pepinillos, cuando salga La Marina a colación, cuando vea a su viuda o a su familia paseando por La Alameda, o cuando escuche los Sultans of Swing de Dire Straits en su versión de The Alchemy? No será lo mismo porque él ya no estará, aunque su recuerdo felizmente nos persiga a todos.
Va por y para ti, Nachete.
¿Te acuerdas de cuando veníamos aquí? le preguntó Íñigo­. Nacho y  Javier solían traerse la guitarra y salíamos ahí afuera a cantar hasta las tantas,  claro, que era verano y se podía estar en la calle. ¡Y qué bien cantaba Belén,  que siempre hacía la segunda voz a Paloma! ¿Y Rocío? No les andaba a la  zaga, ¿eh?” (extracto de “La Torre del Gallo”)

5 comentarios:

  1. La vida es injusta, muy, muy injusta. Muchos ánimos, Javier. Mi pésame a ti y a la familia. Besos

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  2. Sé lo que se sufre al perder a un ser querido y me faltan las palabras. Todo mi ánimo para ti y para la familia. El fragmento que has escrito me resulta aún más significativo al haber terminado justo ahora "La torre del gallo"
    Un besazo

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  3. El dolor es para los que se quedan aquí. El esta ya feliz y, tal como veo que escribes sobre él, te aseguro que va a estar toda tu vida cerca, cuidando de ti mucho mas de lo que imaginas. El ha dejado hecho, ni lo dudes, lo que venía a hacer aquí y esta ya en el envidiable "lugar" del que todos venimos, celebrándolo, aunque aquí no nos sea dado recordar ese origen.
    Un gran abrazo a ese corazón fuerte que desde siempre sé que tienes. Javier

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  4. Cuanto lo siento Javier!!!! Solo decirte que mientras le recuerden siempre seguirá ahí, aunque no este físicamente. Solo recuerda esos grandes momentos que pasaste con el. Y ya sabes, si necesitas algo solo tienes que decirlo.

    Rosa

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