¡Hoy empieza la
Navidad! Es oficial y se cumplen todos los requisitos indispensables para su
instauración: el sorteo de la lotería, las vacaciones de los escolares, los
adornos, los anuncios en televisión, los deseos de paz, de amor… Efectivamente,
todos sabemos cuándo empieza la Navidad, pero ninguno sabemos cuándo acaba. O
quizá lo sabemos demasiado bien. Voy a reflexionar, y para facilitarme las
cosas voy a centrarme en el mismo día 25 de diciembre y no en toda la
parafernalia barroca que adorna días anteriores y posteriores.
A ver… La Navidad
es una fiesta exclusivamente religiosa. Ya, para los que no creen en nada, ni
siquiera en ellos mismos, es una buena excusa para reunirse, comer, beber y
regalar algún detalle a quien sea, incluso para autoregalarse en plan homenaje.
Pero lo que se celebra el nacimiento de Jesús… y nada más. Por eso es una
fiesta religiosa en la que todo vale porque es Navidad. Es como la pescadilla
que se muerde la cola pero no importa porque, total, se trata de un solo día al
año. El resto de jornadas tenemos bula para hacer lo que se nos pinte, carta
blanca, patente de corso.
Es decir, que en
Navidad nos basta, ya no con un día, sino con unas pocas horas durante ese día
para: poner buena cara al cuñado de
turno (el resto del año podemos putearlo hasta la saciedad porque no es
Navidad); dejar el genio de lado (nos
quedan 364 días de poder gritar e insultar a quien nos dé la gana –incluido el
cuñado- porque no es Navidad); agradar y
ayudar a los compañeros de trabajo (disponemos de doce meses menos un día para torturarlos de forma cruel y
desconsiderada); dar alguna limosna
(hasta el año que viene podemos gastarlo en cañas, tabaco y alcohol porque no
es Navidad); pensar en indigentes,
refugiados, muertos propios y ajenos, enfermos, desahuciados mobiliarios y
vitales (porque hasta la Navidad que viene no pienso en nadie más y el
resto de desgracias las veo en la tele mientras me rasco la entrepierna calentito
en el sofá).
Hay cosas que en Navidad apestan aún más que el resto del año, por ejemplo, la hipocresía. |
Pues bien, esta
mañana me he levantado guerrero y se me ha ocurrido que a esta Navidad le voy a
dar la vuelta como a un calcetín. Con todos los defectos que tengo (la lista es
casi interminable), dado mi carácter simple y llano me paso la mayor parte del
año poniendo buena cara a esos que no me caen tan bien, tratando de repartir
algo de alegría en la medida de lo posible sin importarme los destinatarios, o soltando
algún que otro euro para acciones sociales (que son muchos menos de los que se
piensa porque soy bastante tacaño)… Y luego, ¡Ay tonto de mí!, llega el día de Navidad
y, por decreto ley, se me exige que también ese día haga lo mismo. No es justo
que yo cargue los 365 días del año y el resto sólo con 1 (ya sé que este
ejemplo es una exageración pero llevándolo al extremo es como la gente me
entiende). Así que he decidido que el día de Navidad es para mí un día más, un
día cualquiera, un día en el que puedo hacer exactamente lo mismo que hago durante
el resto del año, lo mismo que hace el resto de los mortales cuando no es
Navidad (y repito que es una exageración).
Así que el día
de Navidad no voy a poner mala cara, ni voy dejar de dar limosna, ni voy a
fastidiar a nadie, ni todo eso que acostumbramos a hacer 364 días al año, pero
¡por favor!, permítanme que en Navidad haga lo que se me pinte ese día porque sólo
es un día más, que lo pase como a mí me dé la gana (siempre y cuando no invada
la libertad y arruine la alegría del prójimo). Así que si el 25 me levanto con
poco humor y no tengo sonrisa, si quiero comer una hamburguesa, o ver una
película porno, o jugar al póker, fumar hierba y leer poesía satánica porque me
apetece y me hace feliz, que nadie me interrumpa ni me critique. Me da igual
que sea Navidad. Usted lo hace el 24 de marzo y el 16 de julio y nadie le mira
mal.
Y si no piensa
como yo, le voy a dar una razón inapelable para que me comprenda y me dé su permiso:
¿no piensa usted que es la Navidad el día en el que se reparte amor y
comprensión a espuertas, sin condiciones ni premisas, a cascoporro, sin medida?
Pues sea coherente. Si yo no le molesto, por favor, déjeme en paz, que para mí
la Navidad lo es casi todo el año y no por eso voy tocando los webos a los
demás. Gracias de todo corazón y váyase a pelar un langostino, que pasan lista.
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