Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


martes, 9 de agosto de 2011

Esta noche la tenía reservada para Sigüenza y para mí.

Agosto ha comenzado como un huracán. Apenas me ha dejado respirar aún cuando me llevaba avisando desde hacía meses que su inicio iba a ser arrebatador. Y sé que la presentación de mi segunda novela tiene mucho que ver, pero no todo. Porque cuando uno hace las cosas con ilusión, totalmente cegado por la fe que le mueve en hacer algo de corazón, es muy difícil que nadie sea capaz de ahogar ese empuje. El problema, la impresión surge cuando las expectativas se sobrepasan y uno queda en estado de shock por lo que se mueve a su alrededor.
Y comienzo por el día de la presentación, donde mis expectativas se vieron superadas. Acudió más gente de la que creía, personas conocidas que guardaban en secreto su asistencia y otras a las que no conocía y me transmitieron su ilusión y su reconociendo a  mi trabajo. Eso me hizo que el corazón corriera más deprisa y las emociones cruzaran por mi cuerpo en algunas ocasiones casi sin dejarle respirar.
El éxito, aunque sea de una noche, de unas horas, emborracha. Y yo quiero disfrutar el momento, desde luego, porque de bien nacidos es ser agradecidos, pero no quiero resacas ni  mucho menos adicciones, que en este caso son tan falsas como espejismos en el desierto. Podría sacar pecho y decir que estoy en la cima del mundo, en una nube, que hablo casi a diario en un medio de comunicación distinto, que la novela se vende a buen ritmo en Sigüenza y que su acogida augura un futuro próximo de lo más halagüeño. Pero no van los tiros por ahí, porque todo esto tiene su fin, y quizá un nuevo principio dentro de poco tiempo, con otra novela o con la misma, pero toda esta explosión de sensaciones termina siendo flor de un día, y yo no quiero ser un necio.
A mí, lo que verdaderamente me ha impresionado no ha sido ver a una persona leyendo mi libro en la piscina, sino observarla totalmente enganchada a él. Desde luego también me ha gustado conocer que otra persona, en apenas cuatro días, se ha devorado la novela, pero  lo que me ha dejado noqueado es que lo esté lanzando a los cuatro vientos a través de Internet. Y claro que me gusta que se vendan ejemplares , pero mucho más que el boca a boca se esté disparando de forma efusiva, apasionada.
Por eso no puedo por más que agradecer a todo el mundo lo que están provocando a mi alrededor. Pero hoy, avergonzado un poco por estar en boca de mucha gente (y que  no se me malinterprete, que a nadie le amarga un dulce y a mí mucho menos), en lugar de tomar una cerveza me haya ido a darle las gracias a la artífice de esta exquisita situación: la ciudad de Sigüenza. Me he dado un largo y solitario paseo nocturno por su calles porque sin ella este sueño jamás se habría producido. Mañana volveré a la realidad, pero esta noche la tenía reservada para Sigüenza y para mí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario