El ser humano no deja de sorprenderme. Es capaz de lo mejor y de lo peor, de transformarse en su opuesto en apenas unos segundos, en darse la vuelta como un calcetín y negar la evidencia sin sonrojarse. Pero en concreto, el ser humano español es aún más peculiar, porque no sólo transmuta en público sino que, además, se lo cree.
De todas formas, el español, si puede sacar provecho sin mover un dedo de esta situación, es capaz de bajárselos con el cinturón apretado como un torniquete. |
Hace apenas un año nuestras preocupaciones eran la ilegalización de partidos políticos afines al terrorismo, las secuelas del terremoto de Japón o los precios del petróleo. El paro crecía como una gangrena, letal, imparable, y aquí no abría la boca ni dios. Los casos de corrupción como el Gürtel o los “Eres” hacían su aparición y eran arma arrojadiza de un partido a otro. Pero aquí nadie movía un dedo. El gobierno era incapaz de proponer algo útil y la oposición también. Los primeros no sabían cómo y los segundos tampoco. Era cuestión de contemporizar por uno y otro lado, es decir, unos dejándose llevar en el poder y los otros dejarlo caer por viejo.
Si alguien creía (incluido yo) que esto iba a cambiar, era un iluso e ignorante. Porque en España, desde el siglo XVIII, las cosas no cambian y se vuelven cíclicas. En cuanto alguien le ha querido meter mano a la situación para arreglarla (mejor o peor), se monta una huelga general y además, en las dos elecciones autonómicas que se acaban de celebrar volvemos otra vez la mirada al pasado, sin rubor, con la cabeza alta, ¡con dos cojones!
El discurso del miedo vuelve a implantarse, y eso nos pasa porque somos un país ignorante, muy ignorante, masivamente ignorante, tonto, muy tonto, y muy vago, extremadamente vago, inculto, vastamente inculto (gracias a nuestra inexistente política educativa, y de esos polvos vienen estos lodos). Ni aprendemos de nuestros errores ni lo haremos jamás. El resultado de las elecciones y la convocatoria de huelga general lo único que quieren decir es que el español prefiere que se lo den todo hecho, que mejor malo conocido que bueno por conocer, que la dicotomía entre derecha e izquierda se acentúa, que la memoria histórica se queda siempre para lo malo y siempre hay algún gilipollas que saca la Guerra Civil a colación para ganar votos pero no se hace eco de lo que fueron sus consecuencias, que no tenemos intención de hacer ni el huevo, para bien o para mal. Lo mejor va a ser irse a vivir a Canarias, que allí puedes pensar y hacer lo que te dé la gana porque siempre puedes ampararte de que estás en África y te aplatana el clima tropical.
En España nació el germen del 15-M pero será justamente aquí el país en donde jamás triunfará, porque el español, con tal de que no le toquen su pan subvencionado, es capaz de dar la espalda al futuro. Y ahora aprovecha el zoquete del Mas para pedir la independencia. A río revuelto, ganancia de oportunistas. Que se la den, por favor, que se la den, y a Andalucía también.
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