Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


jueves, 26 de marzo de 2020

La vida en ello


En el último artículo de este blog comentaba que la pandemia del coronavirus era abordada desde puntos de vista extremos y además todos, sin excepción, éramos víctimas de la desinformación. Hoy, con un mes ya de distancia, me tengo que comer varias de mis palabras porque el bicho era mucho más fuerte y peligroso de lo que creía. Nos está dando de lo lindo, sin piedad con los mayores, con cierta benevolencia con los más jóvenes, pero asustando a unos y a otros. A mí, personalmente, y aunque suene a ordinariez, puedo asegurarles que no me cabe el bigote de una gamba por sálvese la parte trasera.
En tiempos de guerra, porque esto no deja de serlo, tenemos que estar todos a una. De nada sirve criticar sin aportar soluciones. Si así lo haces eres parte del problema. Incluso lo acrecientas. Deberíamos tener todos la boquita bien cerrada. Aquí nadie sabe nada. Ni siquiera los científicos se ponen de acuerdo. Hay, además, que tener en cuenta que una situación así era inimaginable, que nos ha pillado a todos con el paso cambiado. Algún listillo dirá que ya sabíamos lo que pasaba en China y no hicimos nada. Y mira en Italia… Y yo le preguntaría al listillo si él, con su suprema inteligencia, ya sabía entonces que en España nos iban a llover bichos como langostas de esta manera, que esto se le iría de las manos al planeta. Si no miente, el listillo cerrará la boca, pero como de esos listillos tenemos el país (y visto lo visto en estos días, el planeta lleno) lo mismo tiene los webos de negarlo. En fin…
Aprovechando que, usted lector, continúa leyendo, quiero hacerle partícipe de algo que me ocurrió hace un par de días y que me dejó la sangre de gelatina. Recibí un mensaje por Facebook de uno de mis contactos. Era una nota de audio, de esas que recibimos cualquiera de nosotros todos los días. Estuve a punto de no hacerle caso pero al final le di al botón. En el altavoz sonó la voz de un hombre que, con discurso pausado y buenas maneras (el hijo de puta sabía cómo comunicar de manera cuasi profesional), decía que todo lo que nos está sucediendo no es a causa del virus sino de una confabulación de los poderes mundiales para tenernos retenidos en nuestras casas bajo un estado policial de pánico y así, cuando la pandemia pase o afloje, mantenernos manejados y acojonados. Que no había virus, ni muertos, ni nada, que todo estaba premeditado, que debíamos sublevarnos ante la situación y salir todos de nuestros agujeros hacia la libertad… Vamos, algo así como el 1984 de Orwell (y esto lo pongo yo de mi cosecha porque dudo que el delincuente este haya leído algo que no sea ciencia-ficción de la barata).
Lo que menos se necesita ahora es a tontos de baba que enmierden el ambiente más de lo que está, y menos aún a sabiendas. Te puede ir la vida en ello.

Ante tamaña imbecilidad, contesté a mi contacto diciéndole que si se creía las tonterías de la nota de audio que me acababa de enviar, que si para el tipo ese los 3.000 muertos que llevábamos entonces era una coña, que yo tenía verdaderas amigas que son enfermeras que han visto correr los virus por los pasillos de los hospitales, que si de verdad creía a ese imbécil. Le dije que lo que menos se necesita ahora es a tontos de baba que enmierden el ambiente más de lo que está, y menos aún a sabiendas, que no reenviara esa nota de audio a nadie más. Y va mi contacto y me pregunta si de verdad creo que todo esto es a causa de un virus, que debería creerme a pies juntillas lo de la confabulación porque es real, que allá yo con mi futuro…
Uno se queda sin palabras. Sí, sin palabras pero no sin dedos. Así que puse de patitas en la calle (fuera de Facebook) a mi contacto porque nunca he juzgado las ideas religiosas ni políticas, ni condiciones sociales, culturales, sexo, etc…, pero los desaprensivos que pueden ser peligrosos y además se creen más listos que nadie, la verdad, huyo de ellos como de este Covid 19.
La situación que estamos viviendo no es baladí. Hay que tener paciencia, tranquilidad, confianza y, sobre todo, sentido común. Ya ahora, nos guste o no, hay que dejar maniobrar a los que realmente pueden hacer algo. Somos parte del problema si únicamente criticamos. Somos imprescindibles y útiles quedándonos en casa con la boca cerrada, que para abrirla y pedir que rindan cuentas tenemos (eso espero) todo el tiempo del mundo.
Cuidaos todos mucho. De casa al súper y del súper a casa una vez por semana, o menos si es posible. Mascarilla, guantes y sentido común. Y si te agobias, sal a la ventana cada día a las 8 de la tarde y aplaude como si te fuera la vida en ello porque, si tienes mala suerte y la angustia te empuja fuera de tus cuatro paredes, lo mismo, efectivamente, te va la vida en ello.



2 comentarios:

  1. El sentido común es el más raro de los sentidos en el ser humano. Por desgracia. Aunque somos tantos en el mundo que, común, común, creo que no hay pocas cosas que tengamos en común. ¡Cada uno de su padre y de su madre!

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  2. Bueno, en la variedad está el gusto. Si no, nos aburriríamos mucho, aunque hay veces que es preferible estar aburrido que tener los pelos de punta por gente desaprensiva que no tiene medida de las consecuencias que puede provocar con palabras como esas. En fin... Gracias por el comentario.

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