Llevo un tiempo diciendo que a mí este Papa Francisco me gusta, me da buen rollo. No tiene nada que ver con sus predecesores, tanto remotos como inmediatos, vivos o muertos. Parece que el Vaticano y la curia se ha dado cuenta de que por ese camino el chiringuito se les iba a caer en cuanto sus huestes occidentales de más de 60 años fueran poblando los cementerios, que son esos y no otros los devotos que sustentan la Iglesia con sus rezos y sus cuartos, sobre todo esto último.
Vistas las orejas al lobo, y ya que Francisco de Asís se llevaba bien con ellos (con los lobos), qué mejor manera que (desde el punto de vista romano), darse por vencido y plegarse al enemigo. Y es que este Papa le está dando un revolcón a todo con lo que se topa. Lo que antes apestaba únicamente a incienso ahora comienza a oler a gominola, porque se ha dulcificado: el carácter del pontífice, su cercanía, su sencillez y, sobre todo, sus intenciones y su decisión. Un tipo que no esconde que le gusta el fútbol, que se acerca a la gente haciendo caso omiso de los guardaespaldas, que conduce en cuanto le dejan una Renault 4 y que tiene mucho sentido del humor (y lo exhibe en público), o es un desaprensivo o no tiene doblez. Y yo me inclino por la segunda opción. Ya desde el mismo día en que apareció en el balcón como nuevo sucesor de Pedro lo tenía todo bien pensado y soltó aquello de “rezad mucho por mí”, arenga que debió escocer a más de un fanático. Y ahora, no sólo le va a meter mano a las finanzas del Vaticano, sino que además comienza a abrir debates sobre el celibato, el papel de la mujer en la Iglesia
refiriéndose claramente al sacerdocio femenino, el aborto, la homosexualidad o el uso del preservativo. Y lo hace de forma proactiva, sin esperar a que nadie le vuelva a sacar el tema.
Su actitud es síntoma inequívoco de tres cosas: de que quiere cambiar las cosas y adaptar la Iglesia (al menos) al siglo XX (llegar al XXI se me antoja demasiado ambicioso y precipitado); de haber meditado mucho y gozar de las ideas muy claras; y de tenerlos bien puestos debajo de esa sotana blanca, porque a Juan Pablo I, por mucho menos de eso, se lo llevaron a la tumba en sólo 33 días.
Me mola Francisco I, y eso que he aborrecido (y sigo aborreciendo) todo lo que suene a curia, pero creo que este argentino simpático, llanote y cercano, si le dejan y no se lo cargan antes, va a hacerle un gran favor a la inmensa mayoría de los cristianos, esos que creen porque sí, gente que necesita y precisa de una fe gratuita porque no puede costearse ni su propia vida, gente que lo ha dado todo (menos dinero porque no lo tienen) sin recibir nada a cambio y sin esperar recibirlo. Ya es hora que sean ellos quienes reciban un mundo más justo comenzando por lo que creen, y que todos aquellos que se dedicaron a dar esperando –y sólo esperando– recibir, o se reciclen o se vayan directamente al infierno, porque me da a mí que este Francisco sólo les va a dar pal’pelo.
stoy btotalmente de acuerdo...
ResponderEliminarTanto me alegro !!!
ResponderEliminarEste comentario resulta un poco tardío pero... mas vale tarde que nunca.
ResponderEliminarLo que quiero apuntar es que.... efectivamente , Francisco nos ha "enganchado" a muchos. Creo que incluso con solo ver su semblante, ya puedes comprender que quiere (o quizás necesita) hacer cambios en la Iglesia Católica pero.....pienso que, como ha ocurrido a lo largo de su historia, hay demasiados "intereses creados" y no se lo van a permitir... de que manera se lo impedirán..... ¿ah..........?. Angeles (Las Mellizas)