A punto de terminar mi nueva novela, hago un
pequeño paréntesis para invocar la sensatez de la memoria ahora que la selección
de fútbol se ha sacado el billete de vuelta a casa y lo único que se me pasaba
por la cabeza era rabia, impotencia, tristeza, enfado y un sin fin de
sensaciones amargas.
H recordado que había ya dejado las espinillas de
lado, es decir, acababa de cumplir los 20, cuando estaba realmente convencido
de que me sería muy difícil en toda mi vida llegar a disfrutar de un éxito deportivo
al más alto nivel. La Historia me ha demostrado que pecaba de pesimismo. Hoy,
haciendo memoria (y como van a comprobar a continuación, la tengo flaca), me he
dado cuenta de que:
- En fútbol, he visto ganar 8 Copas de Europa (4 al R. Madrid y 4 al F.C. Barcelona), además de 2 Eurocopas, 1 Mundial y 1 oro olímpico.
- En baloncesto han caído también algunas copas de Europa, más ―al menos― una Eurocopa y un Mundial (y creo que una plata olímpica; ya no sé si un oro, pero no me extrañaría).
- En balonmano más de lo mismo; algunas Copas de Europa de clubes, más un campeonato de Europa de Selecciones, un Mundial (o dos) y creo que también un oro olímpico (si no plata)
- En tenis, ¡joroba en tenis!, nos hemos inflado a ver cómo ganábamos una docenita de Roland Garros entre Nadal, Bruguera y compañía, y algún Wimbledon, y creo que un USA Open y un Australian Open, y las chicas también han hecho de las suyas. Y oros olímpicos de ambos sexos, y en dobles también.
- En ciclismo nos hemos ventilado unas cuantas Vueltas a España, Tour y Giro (Contador, Indurain y demás…), y Mundiales contra-reloj y en ruta, y algún que otro oro olímpico.
- Y en Fórmula 1, no sólo hemos ganado muchos grandes premios (que yo hasta hace unos pocos años lo dudaba), sino también un par de mundiales.
- Y hemos triunfado también en golf, y en waterpolo, y en jockey sobre patines y sobre hierba…
No he contado cuántos títulos al más alto nivel
llevo reseñados en este artículo, pero seguro que suman más de medio centenar.
Cuando yo no había cumplido 20 años nada de todo lo anteriormente expuesto había
sucedido. Ni siquiera vislumbraba la posibilidad de verlo algún día. Y ha
ocurrido.
Hoy nos hemos eliminado nosotros solos de un
Mundial, en 2 partidos, lo que casi era práctica habitual hace algunos años.
Quizá nos habíamos hecho muchas ilusiones con la docena de ancianos (futbolísticos)
y de novatillos mundialistas que han viajado a Brasil. Sí, es cierto que ya podían
haber conquistado al menos los fatídicos cuartos de final, pero las sillas de
ruedas no corren tanto como las piernas jóvenes. Fastidia, escuece, cabrea…
pero nada más. Dentro de 10 años estos hombres a los que hoy han caneado hasta
la saciedad en Maracaná volverán a ser héroes aclamados y recordados con cariño
y admiración por las masas, igual que Indurain, Di Estéfano, Epi y López
Iturriaga… Y que se vayan preparando Fernando Alonso, los hermanos Gasol, Rafa
Nadal y compañía. Cumplirán su penitencia pero ya tienen su parcelita en el
Olimpo de los dioses, al igual que las jugadas maestras Xavi, el ímpetu y pundonor
inigualable de Puyol o las paradas imposibles del santo Casillas. No es un fin
de ciclo. Es la vida misma, en la que hay un día que todo empieza y otro día en
la que todo acaba. Lloremos a nuestros muertos, pero hay que recordarlos como
lo que fueron y lo que nos dieron. Sin ellos, yo seguiría añorando ganar cualquier
cosa, incluso a las chapas… y me he hinchado a ver victorias.
Y hoy, en este caso, si hay algo que de verdad
cuenta agradecer a la Selección, es el habernos ahorrado unos 23 millones de
euros en primas, que no está el país para esos gastos.
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