Llevo cuatro
meses de silencio en este blog, y os puedo asegurar que no ha sido por gusto,
ni por falta de ganas para contar lo que se me pinta. Pero hay ocasiones en las
que la vida se empeña en colocarte en una situación difícil para ver cómo
respondes, para comprobar si eres tan listo como alardeas o tienes la cabeza
tan bien amueblada como presumes. Y llegado ese punto en que las circunstancias
te agarran por la parte media del cuerpo, tú te preguntas: ¿por qué a mí?, ¿por
qué ahora? Nunca es el momento oportuno pero eso a la vida le trae sin cuidado.
Es entonces cuando pones a prueba tus cinco sentidos, seis si contamos el
sentido común, el fundamental. Te sientes objeto de estudio como si un dios
macabro y sádico hiciera un experimento contigo, como esos test de stress que
hacen a los bancos o a las aseguradoras para ver si están preparados para
cuando llegan las épocas de vacas flacas, o muy flacas, o peor aún, cuando ni
siquiera quedan vacas. Por eso, la primera lección que he aprendido después de
ser vapuleado cruelmente por el destino es que no hace falta hacer grandes planes
ni estar preparado para lo que piensas que vendrá en un futuro, porque la vida
hace con nosotros lo que le da la gana y, desde luego, lo hace sin previo aviso
y es inútil pedir explicaciones.
De ahí que
durante estos más de 120 días haya guardado silencio en este blog. Mi cabeza
estaba ocupada en otras cosas y, aunque tenía ganas de soltar algunos
improperios acerca de las elecciones catalanas, la crisis de los refugiados, el
movimiento independentista, la precampaña electoral para el 20-D o la masacre en
París del viernes pasado, no disponía de ánimo ni de concentración suficiente
como para plasmar con cierta mesura y objetividad mis opiniones (contando que
toda opinión es ya de por sí subjetiva, pero para eso es mía y sólo mía).
Otra cosa que
me ha enseñado estar buceando en este paréntesis ha sido que no hay tempestad
que dure eternamente y que, con un poco de serenidad, todos nos convertimos en
corcho para que ni la más terrible de las tormentas pueda hundirnos. Siempre
terminamos a flote. Sólo hay que convencerse de que podemos mutar nuestra
fisonomía y convertirnos en corteza de alcornoque. Y así, aunque una ola nos
sumerja con fiereza y violencia, terminaremos por salir a la superficie y, con
un poco de suerte, con la apariencia de no habernos mojado.
Los buenos amigos siempre son un buen paraguas cuando llueve. Además sabrás distinguir a los buenos amigos porque sus varillas no se doblan jamás con el viento y no dejarán que te mojes. |
Y también he
aprendido que la raza humana no ha evolucionado prácticamente nada desde hace
varios miles de años, y que la mayoría de los verdaderos sabios se extinguieron
hace mucho tiempo. Aquellos contemporáneos a los que así consideramos a día de
hoy no hacen otra cosa que repetir lo que ya se dijo decenas de siglos atrás,
como esa frase de Julio César que me ha enseñado a tener mesura y no adelantar
acontecimientos, principalmente porque, como decía antes, la vida hace lo que se
le pinta contigo. Así que, como decía el romano, he aplicado en mi vida aquello
que afirmó con rotundidad: “cuando lleguemos a ese río, me ocuparé de ese
puente”, y lo he hecho a rajatabla, y con cierta frecuencia, y casi siempre en
contra de lo que me pedía el cuerpo, pero los resultados no han podido ser
mejores.
Resumiendo, y
aquí el colofón a este primer artículo después de una larga pausa en el blog: por mucho que truene, la lluvia te hace crecer si sabes canalizarla; y si
ves que aún puede contigo, pues llenas unos vasos y procedes a bebértela. ¿O es
que vas a permitir que te venza? Como dicta el siguiente aforismo
atribuido a los maestros Les Luthiers: no te tomes la vida demasiado
en serio porque no vas a salir vivo de ella.
Dedicado a todos aquellos que alguna vez las han pasado putas de verdad: hay salida.
Dedicado a todos aquellos que alguna vez las han pasado putas de verdad: hay salida.
....lo siento...lo siento....¡de verdad que lo siento,,,!...el hecho es que , cuando (como en mi caso) "sales de una y te metes en otra", lo lógico seria estar en guardia...pero no...siempre una desgracia es una desagradable sorpresa; sin embargo tienes razón....siempre sales a flote.
ResponderEliminarMe gustaría ayudarte de alguna manera pero...sé que tienes muy buena compañía y no necesitas más que un poco de tiempo. De todos modos , y por si te sirve de algo, recibe mi afecto, mi admiración y un beso fuerte...fuerte...fuerte. Angeles (de Bunge)