Mi madre, mi
abuela, un profesor del colegio… A todos nos lo han repetido hasta que tenemos uso
de razón (cosa que, por otra parte, no todo el mundo consigue). Eran otros
tiempos entonces, pero había una frese que aún perdura aunque agonizante: “es
de sentido común”, lo que traducido y adaptado a tiempos de Whats App y Twiter quiere decir algo así como “sólo un tonto de baba dejaría de
verlo” o en grafía actual “stás gil o q?”
Comenzando por
el pueblo griego, soberano como todo aquel que disfruta de una democracia, y
terminando por esos europarlamentarios que hicieron pasillo a Tsipras cuando
fue a Bruselas a sacar pecho después del referéndum, a todos ellos les falta
sentido común. Porque estoy de acuerdo con ellos en que las cosas deben
cambiar, que el Status Quo actual no se lo salta un gitano, que hay mucho
privilegio que quitar, mucha mierda que limpiar y mucho capullo que aparcar al
sol o a la sombra dependiendo de sus culpas, pero era de sentido común que la
postura extrema y chulesca del mandatario descorbatado y descoletado, ese “pues
ahora no respiro” de Tsipras estaba abocado al fracaso o al suicidio. Es lo que
le suele suceder a cualquiera que se mete con su hermano mayor, que siento éste
más grande, más fuerte y más rico, que aun siendo tú más listo, te puede
agarrar por los menudillos y al final tienes que callarte y meterte la lengua
por la salida de desperdicios. Lo inteligente en estos casos hubiera sido jugar
la partida de otra manera y no a lo “me cago en diez” como lo ha hecho Grecia,
que para ser la cuna de la democracia se parecía mucho más a un macarra de
barrio con bravatas que sabía de facto no iba a poder cumplir si no quería
terminar pasando vergüenza y hambre.
Y ahora,
después de 17 horas de negociación, ¿qué? A mí este Tsipras me recuerda a esos
aficionados al fútbol que previamente a un partido importante te ponen la
cabeza como un bombo regodeándose ya en su victoria aplastante. Luego ocurre
que el bocazas tiene que callarse porque todo salió al revés de lo que tenía
previsto, y no sólo queda como un perfecto imbécil sino que además le toca
pagar las cañas y ser el hazmerreír de todos. Y así es como ha quedado el
griego sin coleta, que lleno de bravuconadas cuarteleras y promesas
irrealizables (la educación helena debe ser como la española para engañar a
tanto votante) llegó al poder. Y luego creyéndose el rey del mambo fue con la
misma cantinela a Europa, y aunque de tonto tiene que tener bien poco, ha
salido de Bruselas con el orto escocido, mal menor si comparamos que su determinación
desaprensiva era hundir a su país en la mierda más allá del cuello. El
resultado de tamaña gilipollez (porque no puede ser calificada como otra cosa
más suave) ha sido dejar Grecia con un corralito que le va a durar todo el
verano, tener a la gente dividida, cabreada y con los problemas aún por
solucionar además de haber terminado siendo muchísimo más dependiente de Europa
de lo que ya lo era. Es decir, que ha perdido el tiempo cuando lo fácil hubiera
sido admitir la situación y dar un paso al frente. Pero como no hay peor ciego
que el que no quiere ver, y es en las épocas de crisis cuando los ignorantes, los
manipuladores y los imbéciles recurren al sentimiento patriótico, pues eso, que
no se han ido por el caño del fregadero de puro milagro.
¡Vaya negocio
que ha hecho Tsipras! Se ha quedado desnudo. Pues que vayan tomando nota los
que van de salvapatrias y salva-dignidades, que sepan ellos y el resto que consignas
prometiendo el oro y el moro, cuando no hay posición de fuerza (y sólo la
tienen Alemania, Francia y el Reino Unido), Europa da un puñetazo en la mesa y aquí
se giña hasta el más pintado… o nos lleva a la ruina. Las primeras lecciones de
este curso acelerado de “deje de hacer el pardillo y defienda sus ideas de una
manera más práctica” están siendo estudiadas y bien aprendidas por Manuela
Carmena, que después de unos iniciales traspié va poniendo sentido común a su
mandato, todo lo contrario que Ada Colau, que pierde tanto entusiasmo como
apoyo de sus propios votantes y simpatizantes, una información de hoy mismo
coincidiendo con la bajadita de pantalones y untada de vaselina de Tsipras.
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