No soy una
persona que tenga demasiado apego a las redes sociales. Soy usuario
relativamente frecuente de Facebook y poco más. Lo utilizo en el ámbito
profesional de la escritura y a veces cuelo algo personal. No tengo Instagram
y me presento en Twitter de uvas a peras. Así que, todo lo que exprese a
continuación, lo circunscribo a la plataforma de Mark Zuckerberg, por lo visto
en estos días de capa caída.
Ahora, en
periodo (dicen) preelectoral, aunque las campañas duren hoy 4 años y no 3
semanas, los usuarios de Facebook se esfuerzan por expresar y divulgar sus
pensamientos con más que cuestionables intenciones. Porque, uno que es observador,
se ha dado cuenta de que, al igual que les ocurre a los líderes políticos, se ha dado cuenta de que no
se expresan ideas, sino ataques corrosivos. Lo importante no es construir sino destruir. A
día de hoy todavía no he visto a un solo usuario (y tengo más de 670 “amigos” que,
ya por la masa que representa, los hay de todas las edades, sexos,
ideologías, religiones…), decía que no he visto a un solo usuario que aporte
algo positivo, aunque no sea novedoso. Lo único que leo son insultos, descalificaciones,
premoniciones agoreras que meten miedo, casi apocalípticas. Las pasadas y
míticas arengas de Alfonso Guerra, político al que con los años voy admirando
por ser sobre todo un estadista, aquellos sermones que advertían que “venía la
derechona”, se quedan hoy en consejos dignos de la Madre Teresa de Calcuta.
Por lo visto, es obligatorio que el españolito
de a pie tenga que sentir terror a que gobierne la derecha porque, si gana, la
dictadura de Franco se va a quedar en anecdótica. Y si gana la izquierda, van a
arruinar al país, o a lo que quede de país. Cataluña se independizará y
detrás irán vascos y gallegos (y los de Albacete o Cuenca si se lo proponen).
Así que los seguidores de la derecha en Facebook, en lugar de aportar algo ofreciendo
nuevas ideas, lo único que hacen es sacar las vergüenzas de la izquierda para
desprestigiarla. Y viceversa. Sólo leo ¡qué viene el lobo! en lugar de olvidarse
del contrario y defender lo tuyo. Es como si comienzas a salir con una chica y,
en lugar de alabarla en público, te ensañas con las novias de tus amigos
diciendo que la una es gorda, la otra es fea y la de más allá es antipática,
que si hubieras salido con cualquiera de las tres te hubieran hecho infeliz
(aparte de la vida imposible).
El que arremete sin motivo, el que piensa que la mejor defensa es un ataque desmedido y a la
desesperada, es porque realmente no tiene argumentos. Y eso es lo que les pasa
a los usuarios de Facebook con respecto a la política, que, a falta de ideas,
lo único que les preocupa es que no ganen aquellos que odian (porque, más allá
de sus mensajes, lo que se vislumbra en esos mensajes es puro odio). Y como
dirían en la saga de Star Wars, el miedo conduce al odio, el odio a la ira, y
la ira al reverso tenebroso. Y ahí es donde vamos a terminar, en el reveso
tenebroso del país.
Lo importante no es construir sino destruir. Así que todos terminaremos reconociendo a Darth Vader como nuestro padre. |
Llevo un mesecito
largo dejando de seguir los pensamientos incendiarios de aquellos “amigos” que únicamente
utilizan Facebook para poner a parir al contrario sin aportar nada, sin ser
positivos, únicamente sembrando cizaña. Y en verdad que estoy haciendo una buena
criba. Cuando leo a algún botarate que lo único que hace es poner a parir a Casado, pues le conservo
como “amigo” pero dejo de seguir sus mensajes absurdos, repetitivos y
provocadores. Y lo mismo hago con aquellos ineptos cuya única obsesión es machacar a Rivera, Abascal,
Sánchez o Iglesias. Estoy hasta los webos de leer una mierda que, en el 95% de los
casos, es repetitiva o “fake”. Ahora solo leo a aquellos que me hablan de sus hijos,
perros, partidas de ajedrez, running urbano, libros, viajes…, que sí, que
algunas veces son igualmente cansinos, pero desde luego no me incitan a odiar a
nadie. De hecho, esos mensajes me tranquilizan porque veo que hay una mayoría
de personas que sólo piensan en vivir la vida sin sembrar de malas hierbas las
de los demás. Y será monótono, pero da gusto.
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