Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


jueves, 22 de diciembre de 2011

¡Me ha tocado el gordo de Navidad!

¡Me ha tocado el gordo! 400.000 euracos que van a engrosar directamente mi maltrecha cuenta corriente. Adiós preocupaciones, adiós incertidumbre, adiós a casi todo lo que tenga que ver con el dinero. No soy rico pero me acerco muuucho.
Claro que… me surge una preocupación. ¿Tengo que depositar el décimo en un banco, sí en una de esas entidades (todas) que nos llevan trayendo por la calle de la amargura desde hace varios años, esas que han gestionado sus capitales peor que mal, que han jugado con dinero ajeno como si se tratara del Monopoli? ¿Se lo doy?
Guardar el décimo (o su cuantía) en un calcetín tampoco es la solución. Lo importante es no perder dinero, no perder su poder adquisitivo y, ya de paso, trazar una dulce venganza que, además, te resarza de tanta preocupación, de tanta bajada de interés, de tanta Bolsa descendente, de tanto mercado cabrón, de activos tóxicos, de primas de riesgo y de eurobonos fantasmas.
¿Sabéis lo que voy a hacer? Se lo daré a un banco, está claro, pero no al primero que me pille cerca o al de toda la vida. Voy a ir con mi décimo por las sucursales de mi barrio que pertenezcan a los 10 principales bancos de este país y se lo voy a restregar por las narices citando para este próximo lunes a todos sus directores en una cafetería cercana, todos en la misma cafetería, a la misma hora, con el mismo sobre, sí, para que me entreguen un sobre cerrado que contenga su oferta por hacerse con los servicios de mi décimo premiado.
Luego abriré los sobres con sus ofertas. Las cinco más débiles las rechazaré de inmediato y despediré a sus autores informándoles que, además, deberán pagar su consumición antes de abandonar el establecimiento. Después leeré en alto las cinco siguientes y daré oportunidad a todos de mejorar las ofertas que han presentado. Comenzarán las llamadas histéricas a las centrales para conseguir mejores propuestas. Cada ronda habrá una oferta que quedará eliminada, lo que implica un director que sale por la puerta y una consumición de la que se hace cargo. La pelea va a ser monumental. ¡Pasen, señoras y señores! Banqueros pegados a sus teléfonos móviles peleándose como comerciantes de mercadillo.
Al final sólo quedará uno, claro está, con la mejor oferta posible. Le daré el décimo, me pagará el café y se irá tan contento. Y yo también, rico y bien asegurado, con la mejor tajada y con un espectáculo en la retina y en los oídos difícilmente inigualable. Sangre, sudor y lágrimas de un banco que me quiera y que se levante la falda para que un servidor le meta mano a su conveniencia y disfrute.
Por cierto, no me ha tocado ni el gordo, ni la pedrea, ni siquiera la vecina. Como siempre, estoy a dos velas.

2 comentarios:

  1. Como se notan tus artes negociadoras, ja, ja,...
    Y si te hubiera tocado que bien lo tienes preparado.
    El contarlo puede ayudar a los que si han sido afortunados. Gracias Javier

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  2. ¡Ay mi niña!, ¡Cuánto te debo!

    Con un beso, Javier.

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