Hace
un par de semanas asistí a un seminario sobre habilidades
comunicativas. Nuestro monitor, un chaval joven y ligado a la televisión
como guionista y actor, me dijo durante un receso del curso que durante
mucho tiempo había estado siguiendo
una estricta dieta hipoinformativa, esto es, había dejado de ver
telediarios, escuchar las noticias en la radio o leer periódicos. Y había sido mucho más feliz. Fue un
punto más de coincidencia entre nosotros porque creo que en este mismo
blog ya dije una vez que dejaba de ver telediarios
porque lo único que hacían era dar por saco.
LO ÚNICO QUE VALE DE LA TELE ÚLTIMAMENTE ES LA CARTA DE AJUSTE... Y NI SIQUIERA LA EMITEN... |
En
este caso, Manu (que así se llama este chico), me corroboró algo que ya
sabía: si no puedes hacer nada con la información que te llega, si no te
es útil, si no te influye… ¿para qué conocerla? Asuntos tan
importantísimos como los sobres
de Bárcenas, la prima de riesgo, el hara-kiri del PSOE, las paridas de
Toni Cantó (a éste habría que dedicarle un artículo enterito para él), la
columna vertebral del Rey o la guerra en cualquier parte del planeta,
cumplen tres puntos esenciales para los ciudadanos
de a pie: no influyen en sus vidas (y si lo hacen es muy indirectamente
y a largo plazo); segundo, el ciudadano es incapaz de influir sobre
estos hechos; y tercero, realmente, salvo en casos excepcionales, nos
importan un carajo, es decir, tanto como la trama
de una telenovela.
Entonces,
¿por qué seguimos tragando noticias sin parar, en el salón, en el
coche, en la ducha, en el bar mientras desayunamos? La verdad es que,
como periodista, esta cuestión me crea desasosiego porque la profesión
trata de informar,
pero creo que errando la finalidad, que no el objetivo de la noticia.
Por ejemplo: no tratemos el asunto del señor Bárcenas en clave política.
Esa noticia debe ir en sucesos, sí, en la sección de chorizos varios.
La de Toni Cantó, en medicina, porque el señor
no tiene capacidad mental para más y además la va perdiendo poco a
poco. Lo de la prima de riesgo, simplemente, debería desaparecer de los
periódicos… y así una a una, omitiendo lo que al ciudadano no le influye
ni él es capaz de influir. No hagamos periodismo
de élite en un país con la cultura justita porque lo único que se hace
es asustar y redirigir las miradas hacia lados que no importan.
Animo
a seguir una dieta hipoinformativa a la gente porque serán más felices y
además no perderán el tiempo enterándose de todo lo que no les importa,
ni les va ni les viene. Nos ocurre cuando viajamos fuera de España y
estamos varios días
sin saber nada de lo que ocurre en el país. Nos encontramos mejor
porque estamos en otro ambiente y además porque no tenemos a nadie dando
el coñazo con cosas que no nos importan. Porque cuando volvemos a
España no la encontramos cambiada, no ha pasado
nada, y además, no nos hemos enterado de nada, ergo... no nos han preocupado y somo más felices porque nada nos va a pasar. La
ignorancia da la felicidad, y si esa ignorancia es producto de asuntos
que nada tienen que ver con nosotros, mucho mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario