Vamos con unos
ejemplos históricos irrefutables para amenizar los próximos dos meses:
En 1933 Hitler
fue nombrado canciller después de varias elecciones democráticas en Alemania.
Aunque nunca obtuvo mayoría absoluta, se las ingenió para recabar cada vez más
votos, llegar a acuerdos con otros partidos, subirse a la poltrona y decirle a
las masas aquello que querían escuchar para que le aclamaran y fueran tras él
de manera ciega. Y así lo hicieron. Años más tarde, la Historia dictó sentencia
sobre las consecuencias de tanta manipulación. Nadie creyó que llegaran a tales
extremos, pero llegaron.
Al igual caso
anterior, tenemos a Mussolini. Por no repetirme, la Historia dictó sentencia
sobre las consecuencias de tanta manipulación. Nadie creyó que llegaran a tales
extremos, pero llegaron.
Años antes, Lennin
la lio parda en Rusia, y no se quedó tranquilo hasta que en 1917 se hizo con el
poder después de derrocar al Zar Nicolás II. Las ideas políticas de Lennin
pueden ser discutibles, pero no la organización estatal de su colaborador y, a
la postre, figura de la URSS, Stalin. El pueblo estaba con la revolución y con
sus gobernantes hasta que se dieron cuenta de que la revolución les había
pasado por encima sin que ellos se dieran cuenta. La Historia dictó sentencia
sobre las consecuencias de tanta manipulación. Nadie creyó que llegaran a tales
extremos, pero llegaron.
Algo parecido
pasó (y sigue ocurriendo) en Cuba. Fidel Castro no paró quieto hasta que se
deshizo de una “perla del caribe” como Batista. De nuevo sus ideas políticas
pueden ser discutibles, aunque en 1959 eran bastante defendibles (desde mi punto
de vista). Un par de años después se fijó en sus amigos los rusos y supo
conectar con la población para que apoyara a su comandante en jefe hasta la
muerte y más allá. Y el pueblo le apoyó. La Historia sigue dictando sentencia
sobre las consecuencias de tanta manipulación. Nadie creyó que llegara a tales extremos,
pero llegó.
De china
podríamos decir lo mismo pero me da pereza escribir los nombres y buscar las
fechas. Lo cierto es que, al igual que en los casos anteriores, el pueblo apoyó
a su líder Mao hasta el final porque la manera de vender el producto fue
inconmensurable, y la Historia sigue dictando sentencia sobre las consecuencias
de tanta manipulación. Nadie creyó que llegara a tales extremos, pero llegó.
Podríamos
calificar estos casos como los más famosos de la historia reciente del
planeta, casos que hasta un tonto de baba, un inculto o un imbécil podría asegurar conocerlos aunque solo sea de oídas. En todos los casos, sea de derechas o de
izquierdas, se repite SIEMPRE el mismo PATRÓN: envenenamiento de la realidad
social (aprovechando que ya viene un poco revuelta), conversión al populismo (o
sea, comenzar a decir lo que la gente quiere escuchar), erigirse en salvadores
de la patria (como si ellos no quisieran hacerlo), bautismo como líder
indiscutible (“ya que la gente me quiere, me sacrificaré…”), y una vez en lo
más alto de poder, dictadura descarada en pro de un pueblo feliz y digno, y que
se lo merece todo, todo y todo. Y, como ya hemos visto, la Historia dictará la
misma sentencia que en los casos anteriores.
Así que,
aquellos que dentro de un tiempo me llamen desde Caracas o Barcelona pidiendo comprensión,
ayuda, amor y/o dinero, lo siento, pero mi teléfono estará comunicando. Ellos
tampoco creyeron que se llegaría a tales extremos, pero llegaron.
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