Se me termina
octubre y no quiero que me pase como en septiembre, que me quedé sin escribir.
La verdad es que tengo excusa, y no una sino varias: el trabajo copó mis días y
casi mis noches, y aunque la última semana estuve de vacaciones, los temas que
se me antojaban no eran nada atractivos.
Este octubre,
por razones que a nadie escapan, tampoco he tenido la necesidad de escribir en
el blog. Cierto es que podía haber hablado de otras cosas, pero la actualidad
manda. Y aunque hay veces que se me abren las carnes y siento la necesidad
imperiosa de dictar mi opinión sobre la situación en Cataluña, pienso que no
merece la pena echar más leña al fuego. Lo mejor es dejar que se siga el
dictado de las leyes y punto.
Por eso no voy
a hablar de Rajoy, Arrimadas, Puigdemont o la CUP. No merece la pena porque,
entre lo obvio que resulta todo y lo que se ha largado durante este mes, no
aportaría grandes cosas. Lo que sí quiero destacar ha sido el papel de los
medios de comunicación, lo que antes se llamaba el cuarto poder y, desde que
son presos de macro-imperios de comunicación, yo los denomino “la voz de su amo”
porque se venden a los intereses de quien les da de comer. La objetividad, que
ya de por sí es imposible, se transforma en una quimera inalcanzable cuando el
que te paga la luz dice cómo tienes que hacer tu trabajo, incluso lo que
textualmente tienes que publicar.
Así que, gran
parte de mi interés el día de la consulta esa del 1-O, era observar el tratamiento
que hacían del mismo los medios de comunicación. El domingo comenzó con la
policía repartiendo palos cuando era necesario y, en ese caso, La Sexta
amplificándolo, TeleMadrid atenuándolo, TVE poniéndose de perfil cuando no
apoyaba descaradamente al Gobierno, y Antena 3 no dejando ver las imágenes por
la cantidad de tertulianos marisabidillos que había llevado al plató. Por
supuesto, Tele5 a su bola con cualquier tipo de necedad avergonzante para el
género humano, pero de la actualidad ni pío.
Los medios de comunicación han hecho piña a favor de la legalidad y al servicio de la sociedad. |
Al final del
día, curiosamente, las cadenas de televisión (las serias; Tele5 no cuenta,
juega en segunda regional) y los periódicos en su edición digital, se habían
aunado con la Constitución. Cada una respetó el tinte que tiene, pero ninguna
añadió más leña al fuego. Y a medida que ha ido pasando el mes de octubre, han
ido haciendo piña al lado de la legalidad, incluso los principales diarios
catalanes (los serios y respetables; Avui y TV3 son parte del aparato del Partido:
no cuentan). Los medios han respetado su identidad y su color, pero han estado
todos a una, y eso es de agradecer porque no hay nada más fácil que incendiar
un bosque cuando ya está calentito con una noticia malintencionada. Y nadie lo
ha hecho. Particularmente me han sorprendido La Sexta y El País (su edición digital),
moderando sus pareceres y opiniones, sí, las que les vienen de serie, y comportándose
como verdaderos medios al servicio de la sociedad. Por su parte, Antena 3 me ha
decepcionado. Mientras se producían hechos y situaciones que pasarán a la
Historia de este país, ellos se dedicaban a superponer los comentarios de sus
especialistas y tertulianos en lugar de dejar que se escucharan las palabras de
los verdaderos protagonistas cuando estaban en la tribuna del Parlamento
catalán.
De esta crisis
de mierda, infantil, sectaria, racista, cobarde y malintencionada, aún podemos
sacar una alguna conclusión positiva, y es que la gente no quiere conflictos
inútiles que no aportan nada, y que todavía podemos confiar en los medios de
comunicación cuando pintan bastos. Algo es algo.
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