Soy de esos que
piensan que el tiempo termina por poner a cada uno en su sitio. Es una máxima
que casi siempre se cumple, aunque haya algunas personas que tengan la
habilidad o la suerte de esquivar a su propio destino. Pero, a la mayoría de
los mortales, esta ley no escrita nos cae sobre la cabeza y nos corona con lo
que merecemos.
Todavía no sé
en el sitio en el que estoy ni dónde terminaré, pero me doy cuenta de que el
tiempo me va conduciendo por una senda que seguramente es la que llevo labrando
durante los últimos cincuenta y dos años. No es un camino fácil porque hay
veces que tropiezas con piedras que nunca previste, pero tampoco puedo
quejarme. Los verdaderos amigos, esos que puedo contar con los dedos de una
mano, no solo siguen ahí sino que están más próximos que nunca. Y eso me hace volver
la vista atrás y admitir, sin falsa modestia que, incluso habiendo cometido
errores de difícil perdón, quizá no lo haya hecho tan mal.
La suerte
existe pero es cierto que solo te toca con su varita mágica si la buscas, si te
has vestido durante años con tus mejores galas para encontrarte con ella, si has
planchado tu actitud día a día para que no tenga dobleces, si has lavado tu
forma de mostrarte a los demás para conseguir que sea transparente. Porque
cuando uno va de frente, es sincero y no guarda segundas intenciones en ningún
bolsillo, consigue estar a bien consigo mismo, y esa paz se transmite mucho más
allá de tus palabras. No es un trabajo fácil pues en no pocas ocasiones te
consideran un necio, se burlan de tu actitud, se ríen e incluso te humillan. Por
eso lo importante es no desesperar y ser tenaz y constante en lo que crees que
es justo.
El camino está
lleno de sombras, incluso de túneles, senderos escarpados, retorcidos, cuestas que
crees imposibles de coronar, pasajes que crees que te van a robar las fuerzas y
te van a hacer claudicar, pero siendo perseverante en lo que realmente crees,
no dejándote vencer por la tentación de abandonar tu camino y coger esa autopista
que no lleva a ninguna parte, consigues sobreponerte y alcanzar a ver paisajes
que estaban reservados para ti. Y terminas por emocionarte porque sabes que no
ha sido fácil llegar hasta ahí, que has necesitado ayuda, pero que ha merecido
la pena porque estás a bien contigo mismo y eso además hace que lo estés también
con aquellos que te rodean.
No sé si el
tiempo me ha colocado en el sitio que merezco, pero de lo que estoy seguro es de
que, siendo fiel a aquello que creí justo, por mucho esfuerzo que me exigió, terminé
por atravesar los bancos de niebla que
alguna vez me hicieron dudar, y ver que el sol brilla aún más de lo que nunca
creí que lo haría.
A veces paso por tonto, y a nadie se lo recrimino porque con mi cara y mi actitud es fácil pensarlo. |
Únicamente
espero continuar sometido al juzgado de ese tiempo que tarde o temprano nos
coloca a todos donde merecemos. Sin esperar nada a cambio, estoy recibiendo
mucho más de lo que en verdad he dado, que no sé si ha sido mucho o poco, pero
viendo la calidad de la recompensa, desde luego aseguro que lo he hecho de todo
corazón y exento de rencores, revanchas, malos deseos y mucho menos de malas
acciones. A veces paso por tonto, y a nadie se lo recrimino porque con mi cara
y mi actitud es fácil pensarlo, pero soy un tonto feliz que tiene la conciencia
tranquila y un pequeño -pero gran- puñado de amigos. Si este es el lugar en el que
el tiempo me está colocando, me doy por reconocido y, desde luego,
extremadamente afortunado.
No hay duda, tu sendero es el correcto para ser moderadamente feliz. Puede que el mío haya sido muy similar ya que soy moderadamente feliz. Un beso.
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