¿No querías caldo?
Pues toma dos tazas. Todos recordaremos este año 2013, no le quepa duda. Sus
fiestas navideñas se caracterizarán por tener dos belenes: ése llamado “Nacimiento”
por los más tradicionales, con su portal, sus pastorcillos y su pesebre; y otro
de carne y hueso con cien costurones ocultos por la cirugía estética, un belén
llamado Belén Esteban, que se nos ha metido a escritora (o similar).
La pobre, todo
sea dicho, tiene la culpa justa de que en breve (si no es ya) se vaya a
publicar el libro de sus memorias, unas 325 páginas que ha escrito para
espolvorear sobre las mentes simples de este país su experiencia vital. Si es
que a España le va como le va porque de casta le viene al galgo. La verdad, a
esta mujer sólo le puedo echar en cara tener memoria y ganas de relatarla. Al
fin y al cabo, ella es una víctima de sus circunstancias, y de Tele-5, y de
cuatro hijos de puta sin escrúpulos que la manejan a su antojo, de ese otro histriónico
imbécil llamado Jorge Javier, quizá de alguna droga, pero sobre todo es una
mártir de las ganas de cotilleo, ensalzamiento y lapidación que tenemos en este país,
que nos da lo mismo ocho que ochenta mientras se le puedan airear sus
vergüenzas.
"Ambiciones y reflexiones". Con el título ya se han lucido, por las segundas intenciones y la ironía. |
Yo no tengo
nada contra alguien que tiene el entendimiento justo para pasar el día. No se
le puede achacar que haya zorros y zorras que la deslumbren con jaulas de oro y
polvos para desatascar la sinusitis. A los que habría que juzgar y condenar con
severidad, sin miramientos, son a los
artífices que han tenido la genial idea de escribir y publicar el libro, un
texto que sólo servirá para sumar un ejemplar más en el ISBN y realizar algún
estudio peregrino en las facultades de Psicología, Psiquiatría y Farmacia. El resto
de las ediciones debería ir a calzar mesas cojas. Así que, desde aquí, me
gustaría condenar y poner a bajar de un burro a Espasa, editorial antaño
paradigma de la buena literatura que ahora sólo publica mierda envasada
procedente de personajes públicos del mundo del espectáculo, de la radio y la televisión,
todo con una más que dudosa calidad literaria. Ni rastro de novela, teatro,
poesía o ensayo. Bravo por ella, por saber caminar sin darse la hostia hacia
atrás y sin mirar, y por condenar a las personas de este país a seguir
consumiendo mierda.
Y también
merece que se lo haga mirar un tipo como Boris Izaguirre, alguien cuya labor
televisiva de showman no voy comentar porque cada línea que escribo de este artículo
me hago peor sangre (y creo que ya vale), pero sí se merece un buen pescozón como
novelista y/o autor, porque prestarse a hacer de negro no tiene reproche, que
cada uno se busca las habichuelas donde quiere, pero él lo ha hecho sabiendo
que eso va a desencadenar una tormenta que hundirá aún más a su protagonista,
porque el venezolano no tiene un pelo de tonto, al contrario, y sabe como yo que un ofrecimiento así es como para pensárselo, que es poner el pie en el
cuello de alguien que se está ahogando, que quizá sea lo último que le
expriman, y de ahí ya sólo quedarán despojos y basura.
En fin: espero
que las memorias de Belén Esteban no sean el libro más vendido estas Navidades
porque la señora nos habrá montado otro Belén y los escritores de pro (o los
que lo intentamos) comenzaremos a preparar los cuchillos para hacernos el
hara-kiri.
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