No quiero poner en boca propia palabras ajenas, y
menos si éstas son de Arturo Pérez Reverte, no porque coincida o deje de
coincidir con él en opiniones o pareceres, más bien porque nunca he querido lo
que no es mío, y además él es un maestro y yo sólo un aprendiz. Pero creo que
hoy es de ley difundir alguna perla que ha soltado en la entrevista que Julia
Otero le ha realizado rayando las 6 de la tarde en Onda Cero.
Aparte de hablar de su última novela, “El
francotirador paciente”, novela que apunta maneras y tiene muy buena pinta, el
escritor ha hablado de la cuestión catalana a propósito de la publicación pocos
minutos antes de la pregunta que se formulará en la consulta del próximo 9 de noviembre
de 2014.
Pérez Reverte ha afirmado que sentía morbo por
saber el resultado, que estaba francamente a favor de la celebración de la
consulta, sobre todo porque le gustaría saber cómo los políticos, en caso de
resultado a favor de la independencia, iban a poder llevar adelante el
proyecto. El tiempo en la radio se acabó y ―resumiendo mucho― ahí se ha
quedado.
No sólo coincido con Pérez Reverte en su
planteamiento, sino que además me apetece darle un par de vueltas. A mí también
me gustaría saber qué va a ocurrir, tanto si sale positivo (se abren) como negativo
(se quedan). Además, tanto que nos quejamos de los políticos por golfos,
interesados, mediocres, ladrones, insensibles, egoístas, sectarios…, ―y en
Cataluña (como en el resto del planeta), son igual de malos y mediocres―, ahora
ansío saber cómo piensan darle solución de continuidad a un Estado soberano si
no saben hacerlo con el autonómico, si no saben hacer la o con un canuto, si
son unos incapaces… Vamos, que me uno a la opinión del maestro y me lo hago
encima de tantas ganas que tengo de ver el desenlace si sale que hacen de su
capa un sayo. Y también si sale que no, porque entonces, ¿qué van a hacer Mas y
compañía? Hace algunos siglos, o incluso actualmente en países de Oriente,
cuando la cagada practicada era tan grande, la gente se pegaba un tiro que era
lo mejor que podía hacer. Aquí no caerá esa breva porque además somos gente
algo civilizada, pero sería una buena salida. En cualquier caso, como los políticos
(todos, catalanes, andaluces, bla, bla, bla…) son unos golfos, interesados,
mediocres, ladrones, insensibles, egoístas, sectarios…, dirán que no pasa nada,
se inventarán cualquier trama policíaca, y a vivir en el poder sin traumas ni
remordimientos de conciencia. ¡Ah!, y sin dignidad, pero eso es complementario y
accesorio.
Ya dije en su día, y está escrito en este blog,
que la aventura independentista es descabellada y malpensada (de que la han
pensado poco, muy poco), y algo tan improvisado, manipulado y contaminado desde
las esferas que no tienen nada que perder tiene visos de convertirse en catástrofe,
tanto política como social, incluso humanitaria. La gente es libre de votar lo
que quiera y luego ser consecuente con lo que ha pedido. En mi caso, la
independencia de Cataluña es asunto que no me concierne. Soy español y, para mí,
España es algo abstracto que se reduce a la camiseta de fútbol de la selección
correspondiente y a una bandera, porque este país, tal y como está, es una
mierda y da vergüenza, con o sin catalanes. Quien no reconozca bandera, himno,
etec, no es español aunque viva en Cáceres (por ejemplo). Si Cataluña se pira,
que se pire. Ya han pasado cosas de esas en la Historia de la Humanidad y,
mientras no haya una guerra, la gente no se ha muerto. Me daría pena, por eso
de utilizar pasaporte, otra moneda y hablar en inglés (porque a mi edad no voy
a aprender catalán) si alguna vez volvía por allí, porque he visitado Cataluña y
me he sentido como en casa (cosa que dudo que me pase cuando vuelva si es que
se separan, porque seguro que llevan su nacionalismo hasta el extremo), pero
poco más.
Así que, ya cuento los días hasta el 09/11/14 que,
por cierto, es el día de la Almudena, patrona de Madrid.
P.e.: si alguien quiere escuchar la entrevista a
Arturo Pérez Reverte, en la Web de Onda Cero / Julia en La Onda la colgarán
en breve. No tiene desperdicio, ni la pasión con la que habla de su nueva novela,
ni las perlas que ha soltado sobre esta gilipollez, entendiendo gilipollez como
la forma en que se han llevado las cosas por parte de políticos catalanes y españoles.
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