Desde hace unos
días no veo otra cosa por redes sociales y medios de comunicación que improperios,
insultos y advertencias contra Donald Trump por su ataque a una base militar
siria. Repito y subrayo: base militar. Es curioso que los mismos que condenan el
ataque americano no hayan soltado prenda por la causa que lo provocó. Aquí todo
el mundo se mete con el narcisista Trump pero no veo una palabra en contra de
la joya dictatorial siria. Hay que recordar que ese tipo de ha llevado por
delante a casi un centenar de civiles provocándoles una muerte horrible. Repito
y subrayo: centenar de civiles. Pero de eso, ni mú.
Tampoco veo por
ningún lado a todos aquellos que hace poco gritaban “no a la guerra” en este
país, rasgándose las vestiduras en público, encabezando manifestaciones, acusando sin reparos. Ahora parece ser que les importa un webo. Quizá lo que estaban gritando
era “que España no entre en guerra, pero a mí la guerra en general, si es fuera
de aquí, me trae sin cuidado”, porque ya digo que no se les ve ni se les oye por
ninguna parte. Triste, pero era de esperar.
No estoy descubriendo
nada nuevo, sino constatando que el mundo no ha cambiado ni un ápice desde hace
milenios, que el Hombre continúa siendo un hipócrita cuando se trata de
defender intereses propios o aprovecharse de una situación, que es capaz de decir
“no a la guerra” y darle caña a Trump y, a la vez, guardar un sepulcral
silencio sobre un hecho bélico y cobarde como es rociar de cloro a civiles que
nada tienen que ver con todo esto.
Lobos con piel de cordero: típico de los humanos. Donde dije digo (que era bueno para mí), ahora digo Diego (que es bueno para mí, y malo para ti, ¡"pringao"!) |
Es posible
cambiar de equipo de fútbol, de partido político, de género e incluso de
nacionalidad, pero no se puede cambiar de raza. Porque esto de pertenecer a los
Humanos está muy bien si no tienes demasiados escrúpulos, ni principios, ni
reglas, ni nada. Ayer visitando Faunia con
mi hija me preguntaba si realmente era afortunado por ser un bicho que camina a
dos patas y tiene un cerebro que piensa y tiene sentimientos, o realmente los
que tenían suerte eran el resto de animales aparte del Hombre, que siempre juegan
con las reglas que su especie les da, unas reglas preeestablecidas para saber a
qué atenerse y que ningún individuo cambia. No sé si la vida para ellos es más
fácil, pero sí más justa hasta que se topan con el Hombre. Entonces, como el
propio Hombre, la han cagado.
Está claro que
es mucho más entretenido ser hombre que mono o vaca, no te digo ya que
cocodrilo o serpiente. Se puede ser hasta feliz. Pero para ello hay que asumir ciertas
cualidades que tienen los humanos, seres traicioneros, ruines, egoístas, mezquinos,
mentirosos, opacos, asesinos, y que solo mueven el culo y son capaces de
cualquier cosa cuando van en pos de sus propios intereses y de su propia supervivencia,
supervivencia que a la postre, de no usar adecuadamente la inteligencia para
conseguirla, terminará por extinguirle. Ya sé que no es un artículo muy optimista.
Solo pretendo ilustrar que todos somos capaces de cambiar de bando cuando los
intereses aprietan. Todos.
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