Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



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viernes, 20 de noviembre de 2020

La cara B de los sueños

 

Persigue tu sueño… Consigue que tus sueños se cumplan… Claves para hacer tus sueños realidad… No dejes que nadie te impida alcanzar tu sueño…

Harto de ver frases como estas (o peores) en redes sociales, de escucharlas a charlatanes de feria, a “vende crecepelos”, a oportunistas e imbéciles, hoy quiero explicaros la cara B de este objetivo que muchos, casi todos, tenemos dándonos vueltas por la cabeza.

Tener un sueño no es que te toque la lotería, encontrarte un cofre del tesoro o al príncipe (princesa) azul. Para mí, un sueño es tener una meta, un objetivo a conseguir, algo casi imposible, que casi no puedes ni imaginar que un día, generalmente lejano, quieres lograr.

Un sueño, además, tiene que tener la condición de hacerte feliz, de hacerte sentir pleno, un reto con, contra y para uno mismo. Algo así como el célebre “no hay güevos” pero dicho para nosotros mismos.

Esos charlatanes que nos impulsan generalmente desde redes sociales, se dedican a animar, alentar, a dar las claves irrefutables de cómo conseguirlo. Sí, a primera vista, tiene toda su lógica; parecen asumibles, abordables por cualquiera, sea cual sea su sueño. El otro día escuché en la radio que el sueño de El Langui era ser jugador de fútbol, no sólo jugar, sino ponerse la camiseta de un equipo de esos míticos. Por mucho que se esforzara jamás lo habría conseguido. Él mismo lo decía. No era un sueño. Solo una quimera, un imposible. Hay que ser realistas.

Los sueños tienen que ser alcanzables, saber que tenemos posibilidades de conseguirlos. Y como tales sueños, suelen estar bastante alejados de nosotros. En mi caso, desde que empecé este camino, mi sueño me ha obligado a perder horas en la cama, a aguantar las derrotas, a ser perseverante, tenaz, a trabajar, a trabajar mucho, a trabajar un güevo, a investigar, leer, estudiar, corregir, superar malos ratos, a lidiar con decepciones, a pasar vergüenza, a creer que los pequeños pasos que voy dando no son éxitos sino escalones, a no creerme nada ni nadie, a escuchar solo críticas y recordarlas para siempre, a olvidarme de los halagos a los tres segundos de recibirlos, a ser muy muy crítico conmigo mismo, a saber que voy a perder cosas por el camino. En definitiva: a luchar contra todo, contra todos y contra mí mismo.

Porque conseguir un sueño no es un camino de rosas, porque la mayoría de la gente no suele ni siquiera imaginarse el diez por ciento de lo que les costó alcanzar su sueño a esos que los han conseguido, a Pau Gasol, Rafa Nadal, Alejandro Sanz, David Bisbal, Carlos Ruiz Zafón, Arturo Pérez Reverte, Juan Roig, Amancio Ortega, Bill Gates, ¡bufff…!, y tanto otros. Todos estos se han partido el espinazo dale que te pego. Pero partido en dos.

Los sueños se pueden conseguir... o no. Quizá tengas que prepararte a luchar contra ti mismo.

Así que, cuando te digan que todos podemos alcanzar nuestros sueños, tienes que saber que vas a sudar (como decían en la serie “Fama”), que vas a llorar de rabia, de impotencia, de desesperación cuando compruebes que el camino es largo, lleno de dificultades y que hay gente mejor y con más “suerte” que tú. Reitero: paciencia, constancia, perseverancia, tenacidad y, sobre todo, trabajo, trabajo y trabajo, pero trabajo serio, concienzudo, sin paños calientes, que cueste, que duela, que imponga respeto, como uno de esos ciclistas que suben el puerto más empinado y luego caen derrengados en la meta cuando llegan los primeros. Sí, esos que lo habrán intentado antes hasta mil veces sin conseguirlo, que han sufrido, que se han desanimado alguna vez, pero que al final lo han conseguido. Y, ¿por qué lloran en la meta, o al recibir un premio, o al subirse a un podio? Porque echan la vista atrás y dicen, ¡joder, todo lo empleado durante tanto tiempo ha servido para algo! Y recuerdan todo su esfuerzo, penas, alegrías, dificultades y retos.

Esta es la cara B de los sueños, dura, desagradable, difícil, larga (siempre, siempre, siempre es larga), tortuosa y desalentadora en la mayoría de los momentos que atraviesas. Si lo quieres intentar, porque no siempre se consigue, convéncete de que lo vas a pasar mal. Y si al final lo logras, prepárate a llorar un rato, esta vez de satisfacción.

Esta es mi experiencia en el camino hacia mi sueño. Porque yo (que conste en acta) todavía no lo he conseguido. Pero no me rindo.



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