Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



ESPACIO

UN ESPACIO PARA CONTAR LO QUE ME DA LA GANA


martes, 3 de febrero de 2015

Pacto de Estado para dos


¿Un poco de raciocinio en estos tiempos? ¿El presidente del Gobierno y el líder de la oposición firmando un pacto de Estado, así, como si lo hicieran todos los días? No lo critico, en absoluto, menos aun cuando se trata de protegernos del terrorismo más atroz desde que Hitler abandonó afortunadamente este mundo. Incluso el de Bohemia, en lo que a sadismo se refiere, se quedaba corto, quizá porque no había redes sociales para publicitarlo. En cualquier caso, constatamos que el ser humano sigue siendo capaz de lo mejor y de lo peor.
Llegar a lo más alto del gobierno debería ser como ser presidente de una comunidad de vecinos donde, entiendo, se trabaja en favor de una comunidad. En este país seguimos queriendo llegar hasta ahí para hacer lo que nos dé la gana en pos de unas ideas que nos mantengan en el cargo. Todo a nuestro gusto. La comunidad no importa porque se trata de contentarme primero a mí, luego a mis amigos y al resto que les den pomada. Esto es típico de la derecha. Y de la izquierda. Y de los de la extrema derecha, que como tienen menos amigos satisfacen a menos. Y de los de extrema izquierda, que con la misma mínima cantidad de amigos fastidian a más por son de esos que proclaman que aquí jugamos todos o se rompe la baraja, y la rompen sin esperar a que jueguen todos.
Rajoy convence a Sánchez para firmar un pacto contra el terrorismo, y Sánchez acepta porque le va en ello un buen puñado de votos si no lo hace. Eso sí, nada de cadena perpetua. El joven líder cambiará de opinión si, Dios no lo quiera, sufrimos otro 11-M y pillan a los yihaditas vivitos y coleando con dos centenares de cadáveres de  las espaldas y la firme promesa que cuando queden libres volverán a asesinar. Sánchez únicamente se ha negado porque no puede estar de acuerdo al 100% con Rajoy, porque su electorado (tan cerril como él y como el del PP) no aceptaría estar de acuerdo con la derecha. Eeehhh!!, que lo mismo ocurriría si cambiáramos las tornas, que España es así de zoquete.

¡Que se repita, que se repita, que se repita...!

Ahora (¡bien por él!) Sánchez ofrece otro pacto de Estado en Educación. ¿Electoralista? Ya no sé qué pensar… Quizá esté viendo que este país se va irremediablemente al carajo y quiera dar un paso al frente. ¿Aceptarán el resto de partidos el reto?, porque esto es tarea de todos, de PP, PSOE, IU (obtusa recalcitrante que prefiere tratar como seres humanos a terroristas que son verdaderos animales), UPyD, Ciutadans, Podemos, etc…
La verdad, táchenme de pesimista pero ya no me creo nada. Cuando uno lee a Larra o a Pérez Galdós por citar solo dos ejemplos, se da cuenta que este país no ha evolucionado nada desde hace doscientos años. Quizá estemos llegando a un punto de inflexión, a una madurez política y social que ya despuntó en la transición y que, ansiosos de libertad, confundimos en libertinaje, en un vivalavirgen que nos hizo caminar de nuevo hacia atrás. Espero que pactos de Estado como el de hace dos días se repitan con frecuencia en temas que nos ocupan a todos por igual, en legislación contra el terrorismo, en educación, en sanidad, en materia de corrupción, en libertades, en desempeño de funciones públicas… Quiero creer que lentamente se está dando la vuelta a la tortilla de forma adulta, con la cabeza fría, en favor del país, sin populismos. Espero que el impulso no decaiga, y la constancia y la sensatez nos encarrilen, que los políticos de buena voluntad acepten la mano que se les tiende, y que esa mano sea ofrecida con sinceridad sin pensar en votos, con sentido de Estado.



lunes, 2 de febrero de 2015

Me agarro, que vienen curvas.


Hay ocasiones en las que me agobio porque no encuentro temas que me merezca la pena comentar, o también porque hay veces que me falta tiempo para escribir lo que se me pinta. En estos días, a punto de presentar mi cuarta novela,  se produce una convergencia de ambas razones: tengo trabajo suficiente como para ocuparme hasta las horas de sueño, y la actualidad no me atrae nada de nada en ninguna de sus facetas, ni en la política ni en la financiera, ni en la deportiva, ni siquiera en la del corazón. Y eso que no será por escasez de temas, que de noticias vamos bien servidos, desde las 100.000 personas que convocó Podemos el sábado pasado, pasando por las consecuencias de las elecciones griegas que nos darán más de un dolor de cabeza, hasta los emolumentos súper millonarios que se pagan en la casa de Gran hermano Vip por no hacer absolutamente nada. Para serles sinceros, me aburro porque es todo más de lo mismo y eso no me incentiva para escribir. Estoy deseando que se mueva la cosa. No habrá que esperar demasiado, que se acercan tiempos convulsos pero aptos para comentar.
Por ejemplo, en política nacional, para variar, este año vamos a tener una campaña electoral distinta. El nuevo partido Podemos va a ser el eje informativo. Los medios van a darle un espacio que antes sólo estaba reservado para dos. Eso sí, según les dé el viento a estos medios lo ensalzará o lo atacará. En cualquier caso, los votantes y la nueva casta de Podemos se van a poner las botas de repartir estopa. El cruce de acusaciones va a resultar tercermundista, como no podía ser de otra manera tratándose de España, pero desde luego será novedoso después de tantos lustros de monotonía. Cuando llegue su momento de esplendor (y este año, entre andaluzas, autonómico-municipales y catalanas vamos a tener más de una ocasión) lo analizaremos con cuidado, por ejemplo, cómo lo atacan sin parar ABC o El Mundo, y cómo les dan cancha La Sexta o Cuatro. Todo a su debido tiempo.
En internacional también tenemos una novedad: Grecia se ha puesto chulita y le ha dicho a la UE que ahí están sus coj*nes. Es tristemente divertido y emocionante ver cómo la cuna de la democracia se rinde ante el populismo bananero. Europa está muy expectante con la situación, y no lo digo para ver cómo Grecia se hunde definitivamente en el fango, sino porque todo nuestro sistema está montado sobre un castillo de naipes y, aunque Grecia no es una de las cartas que soportan la base (más bien al contrario), si se cae (o la quitamos) lo mismo el resto se tambalea. Hay una circunstancia tranquilizadora, y es que uno puede ser muy valiente, muy fanático, muy populista y tener mucho arrojo, pero si no se tiene dinero para salir de la bancarrota no se va a ninguna parte, y Grecia tiene la economía como sus monumentos, o igual peor.

¿Será una premonición de lo que nos espera en España?

En fin, que por ahora no hay mucho de donde rascar, que ni siquiera el Real Madrid o el Barcelona están para tirar cohetes, ni Rafa Nadal, ni la selección de Balonmano… A ver si con suerte (se me ocurre) Edurne luce cacha en Eurovisión allá por mayo (porque cantar la chica lo hace de maravilla) y nos da una alegría, para variar.