Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



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martes, 22 de agosto de 2017

Harto ya de estar harto

Atentado en Barcelona. 15 muertos. Ciento y pico heridos. ¿La culpa? Seguramente mía, o de usted, lector. En este país nos encanta darle vueltas a las cosas porque somos los más listos de la clase. La culpa no es de la docena de moros que decidieron pasar a ser mártires. La culpa, según escuches o leas concretos medios de comunicación o redes sociales, es del Gobierno, o de la oposición socialista, o de Podemos, de los subsidios sociales para extranjeros, de que aquí acogemos a todo el mundo, o incluso del Cid y de los Reyes Católicos, que se dejaron musulmanes vivos. Y eso no puede ser.
Si hay algo de lo que me siento orgulloso es de tener amigos y conocidos variopintos, casi de un extremo al otro en todos los aspectos de la vida (del Madrid, del Atleti, del Barça, fachas, rojos, muy fachas y muy rojos, macarras, pijos, puritanos, puteros…). Por supuesto congenio con unos (pocos) más que con otros, pero a todos escucho y casi a todos comprendo. Y he vivido feliz los primeros 50 años de mi vida porque dejaba a cada loco con su tema (por cierto, en redes sociales casi todo el mundo es monotemático; los hay muy poquito variados).
Debe de ser cosa de la edad, pero hay ciertos límites que ya no estoy dispuesto ni siquiera a leer, como que haya algún imbécil generalizando en términos muy ofensivos que todos los moros son unos hijos de puta, o que todos los fachas son unos nazis, que toda la derecha es extrema y toda la izquierda también, que España da subvenciones y subsidios a todo inmigrante que lo solicita (por cierto, cantidades por lo visto millonarias), o que habría que acoger aquí, en España, a todos los refugiados de todas las guerras y dejarnos a cambio nuestro maltrecho bienestar en acomodarlos.

Lo bueno de las Redes Sociales es que puedes elegir a quién quieres leer y a quién no. Hay que ser práctico, honrado con uno mismo y, sobre todo, selectivo.
Como no quiero convertirme en un extremista de mierda (y que gracias a Dios no me creo casi nada de lo que me llega), he decidido segregar menos bilis y comenzar con la poda de todos aquellos “amigos” de redes sociales que alardean de ser racistas en extremo, clasistas en extremo, fachas o rojos en extremo, religiosos o ateos en extremo, en definitiva, imbéciles en extremo que únicamente saben comunicarse faltando el respeto o que les encanta difundir mentiras que, me consta, ni siquiera ellos mismos se creen (o, si lo hacen, es que verdaderamente les falta un hervor).
Así que hoy he dejado a algunos gilipollas por el camino y, la verdad, se siente uno mejor. Voy a ser muy selectivo y solo me voy a deshacer de los irrespetuosos y maleducados de los cuales me siento avergonzado de tenerlos ahí. Me sigo quedando con los que dan su opinión y muestran su forma de ver la vida de manera mesurada y respetuosa. Con el resto, según lo vaya viendo, iré dejándolos por el camino. Me da igual quién sea, si antiguos compañeros de colegio, de trabajo, familiares cercanos o lejanos… La cuestión es que aquel que no aporta, generalmente resta, y según voy cumpliendo años, la verdad es que no estoy para que me resten nada, menos aún el humor.
Así que he adelantado el otoño. Pocos serán lo que aparte de mi camino pero, de verdad, bien a gusto. A aquellos con lo que continúe viaje, les deseo bon voyage. Y a esos que voy a dejar, espero que alguien o algo les dé de su propia medicina.


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