Fotografía: Atardecer en Serengeti

Fotografía: Atardecer en el Parque Nacional del Serengeti, Tanzania; © Fco. Javier Oliva, 2014



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martes, 1 de agosto de 2017

Los tiempos del ombligo

No sé si es que durante los últimos tiempos vamos definitivamente marcha atrás, o es la edad la que me hace apreciar la gravedad de asuntos que antes no veía. Quizá sea una conjunción de ambas cosas, porque hace unos días leía unos artículos de Mariano José de Larra y al joven maestro, allá por 1833, le ocurría política y socialmente como a mí, que veía el futuro negro zaíno.
El resto del planeta no nos va a la zaga. Políticamente España sigue siendo un circo lleno de animales y payasos. Aquello de la transición, las legislaturas de UCD y las dos primeras del PSOE son un espejismo, algo casi inédito en nuestra guadianesca historia democrática. De veinte años a esta parte vamos desbocados. Que no cunda el tremendismo, que lo mismo les ocurre a otros países como Reino Unido, Italia, Francia o Estados Unidos. No quiero hacer comparaciones con Venezuela, Argentina o Turquía (por citar algunos ejemplos) porque considero que aquí somos un poquito más sensatos, aunque con tanto populista, yendo de continuo con su burra al trigo, pueden provocar que se tambaleen el poco bienestar social que nos queda, la paz y la libertad. A estos defensores de los decretos por cojones en cualquier parte del mundo no les importaría practicarlo aquí ellos mismos.
Vivimos en los tiempos del ombligo, esos días en los que solo vale mirarse a uno mismo sin importar qué ocurre alrededor. Maduro lo hace en Venezuela. Puigdemont en Cataluña. Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera en España. May en el Reino Unido. Trump en USA. La Merkel en Alemania. Erdogan en Turquía… Es decir, aquí prima el “primero yo, luego yo y después yo”. Esta receta ya ha sido muy empleada a lo largo de la Historia (lejana y reciente), y los resultados siempre siempre SIEMPRE han sido nefastos. Al igual que le ocurría a Larra hace 170 años, la cosa ahora está fea (y el maestro del periodismo moderno no se equivocó, que de no haberse volado la cabeza a sus 29 primaveras, hubiera visto dos revoluciones europeas del copón de la baraja -y en España ya no te cuento, una década ominosa y primera guerra carlista…-).

Pintan bastos para el futuro. No solo España cae en el desamparo con la talla de sus políticos. Es una epidemia mundial.
No quiero se agorero, pero los ingredientes que estamos echando a este caldo nos van a proporcionar un cocido de proporciones colosales y consecuencias homéricas. Ojalá me equivoque, pero en Venezuela se va a liar gorda, en Cataluña también (gorda, bien gorda; lo mismo la semana trágica de Barcelona de 1909 se queda en anécdota de jardín de infancia). Theresa May también la va a liar buena en su país y, por ende, en la Unión. Trump no va a tardar demasiado en hacer lo propio en su país, y el efecto dominó se llevará por delante varias docenas de países más (si no es todo el planeta, que negar el cambio climático lo van a pagar nuestros nietos pero a base de bien). ¡Ah!, Corea del Norte juega en otra liga, pero pone su granito de arena.
Pintan bastos para el futuro. En España no vamos a saber manejar ninguna de las tormentas que se nos vienen encima porque ninguno de los políticos de primera, segunda o tercera línea tiene talla, conocimientos y sentido común para afrontarlas. Y no hay que tirar la caña muy lejos para saber lo que vamos a pescar. Si les parece, quedamos citados -por ejemplo- a partir del 12 de octubre -por concretar una fecha-, y comentamos lo ocurrido. De momento, ¡hagan juego, señores!, y apuesten sobre lo más inmediato: la que se avecina en Venezuela y en Cataluña. Pueden hacer un único envite porque, no nos confundamos, ambos casos son las dos caras de una misma moneda, una moneda con dos ombligos.


2 comentarios:

  1. Pues... podría decirte que lo ves un poco negro, pero la realidad, es la realidad, estamos en un despropósito, en un gran retroceso de libertades. La Tierra tardará diez, cien o mil años en regenerarse. Nosotros tenemos perdida la batalla.

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  2. Gracias por tu comentario, Julia.
    Sí, quizá un haya exagerado un poquito, pero creo que hemos estado muchos años quitándole importancia a los aspectos más importantes d ela vida, y poniendo pañitos calientes cuando había que haber actuado de raíz en ciertos momentos. Si no se mantiente el jardín arreglado, pronto se te llena de malas hierbas y, como estamos viendo, las malas hierbas crecen en todo el planeta con independencia de color político o preferencia religiosa. Se ha perdido la sensatez, la generosidad, el sentimiento de comunidad. Tanta globalidad y tanta leche y solo vemos lo que nos ocupa como individuos en el presente, que incluso el futuro de nuestros hijos nos la trae al pairo.

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